"Entre la humedad de San Caetano, el parqué duro del salón de plenos de Bueu y los ronquidos de los compañeros no hay quien duerma en estas acampadas", comentaban ayer por la mañana, intentando poner una nota de buen humor, los armadores y marineros del cerco encerrados en Bueu. El medio centenar de afectados tenía previsto pasar anoche la segunda noche de encierro y esperar acontecimientos a partir de hoy. "Imos a ter un poco de esperanza porque se non imos ter que botar os barcos ao monte", decía uno de los más veteranos.

Las sensaciones ayer se movían entre el pesimismo y un cierto halo de esperanza, aunque alguna de las últimas ofertas deslizadas para compensar a los barcos sin cuota asignada se consideran "un mal parche". "Dez toneladas non dá nin para unha semana de traballo", afirman. Entre los encerrados empieza a cundir la idea de que la semana próxima habrá que volver al mar después de tres meses amarrados. Tres meses amarrados, sin pescar, sin facturar, sin cobrar... Demasiado tiempo para estas pequeñas empresas y economías familiares. "Pero los políticos van a tener cerco hasta en la sopa; por lo menos hasta las próximas elecciones autonómicas", recalcaba Moncho, armador del "Dos Mil" de Bueu, para avisar de que las movilizaciones de la flota continuarán.

Los juegos de cartas, la lectura de la prensa del día o la conversación eran las actividades más comunes para sobrellevar el encierro. Después de una noche de poco sueño el "campamento" del salón de plenos empezó a registrar actividad a partir de las 7.30 horas. Los tripulantes se fueron turnando para ir a desayunar o comer, pero siempre dejando la acampada bien cubierta. "O Concello está a portarse moi ben con nós. Estivo por aquí o alcalde, Félix Juncal, e varios concelleiros, e non queremos deixar isto todo sucio", explicaba uno de los armadores, el buenense Manuel Blanco, del "Manolito Tres". Él era el encargado de ejercer de portavoz con los medios y destacaba el buen ambiente y compañerismo entre la flota. "Nunca fun de acampada na miña vida e tiven que ir a San Caetano con 53 anos", comentaba ayer. Las muestras de apoyo que recibió la flota en Santiago se repitieron también en Bueu. "Viu o Kiosko Otero a traernos auga e dixo que nos traia máis cousas, pero non queríamos máis, non fai falla", apunta.

Las críticas al sistema de reparto de las cuotas eran constantes. "Desta maneira as empresas non son viables nin para nós nin para os tripulantes. O que non poden pretender os políticos é eliminar postos de traballo e dar axudas sociais de 420 euros. Isto é a ruína das vilas porque se agotan o paro e as prestacións e iso afecta ao consumo en todo o comercio", argumentaba ayer Miguel Rúa Bastón, del "Isolde" de Moaña, durante una de las muchas partidas de cartas en el salón de plenos.

Las miradas estarán hoy en la reunión en Madrid entre todas las partes implicadas y en la asamblea de mañana, en la que se podría decidir el regreso al mar. "Eu teño un barco de madeira e metínme na construcción dun de poliéster. Se chego a saber isto non me metía no barco novo", lamentaba Izau Simes, del "Cristo da Laxe". Una incertidumbre que ilustra la inquietud con la que la mayoría de la flota afronta el futuro.