Martín Souto ya conoce las pistas de Igls (Austria) y de Lillehammer (Noruega). A partir del 3 de enero tendrá la oportunidad de conocer la que se considera como la más especial: la de St. Moritz, que se considera incluso como la meca de este deporte.

Esta pista es especial por varios motivos: es la más antigua del mundo y es la única natural. Esto significa que cada año-normalmente en la última semana de noviembre- se construye con nieve fresca, que luego se congela con agua, mientras que las pistas artificiales quedan fijas a una construcción de hormigón que luego se cubre con capas de hielo de cuatro a seis centímetros de espesor.

"Las pruebas de entrenamiento van a ser del 4 al 9 de enero y luego el día 10 serán los descensos oficiales. Es una pista que no conozco y no tengo muchas referencias", cuenta Martín Souto. "Lo único que sé es lo que me cuenta Javier [Pintado, uno de los entrenadores del equipo español de bobsleigh], que dice que es bastante fácil", explica.

Esta pista de hielo ha sido olímpica en dos ocasiones (1928 y 1948) y tiene una longitud de 1.722 metros. La diferencia de altitud entre su punto de salida y el de llegada es de 129 metros, lo que equivale a una pendiente del 8,1% y con lo que se alcanzan velocidades de hasta 150 kilómetros/hora.