Cada año hay nuevas anécdotas o supersticiones alrededor de este sorteo. Cuenta Andrea Fonseca que esta misma semana la llamó un joven desde Santander para reservar el 88.723. "Había soñado con él y como vio que lo teníamos aquí llamó para reservar y se hizo cinco horas de coche para comprarlo", explica. En la otra administración canguesa un cliente se llevó el número que quería y de paso dejó una botella de champán. "Dijo que iba a tocar y que ya vendría por aquí el martes", cuenta Loreto Ferrero.

En Bueu la mayor superstición es con el número 28.786, que ya se conoce como el número de Bueu. "En agosto ya no nos queda. Hay tantas reservas que ya ni siquiera llega a estar en ventanilla", afirma Vanesa Entenza. La anécdota de este año la protagonizó uno de sus clientes, con un parecido más que razonable con Justino, el protagonista del anuncio de la lotería.