El Ministerio de Asuntos Exteriores ha condecorado con la Cruz del Mérito Civil al vecino de Bueu Francisco Vilas por sus servicios relevantes al Estado en su cargo, durante los últimos diez años, como cónsul honorario en la ciudad de Beira, en Mozambique. Francisco Vilas, ingeniero naval, permaneció en lo que es la segunda ciudad más grande de este país africano como gerente de una importante empresa pesquera. A sus 39 años, ya tiene tras de sí un currículum de 15 años por distintos países de Sudamérica, siempre en la misma empresa, en donde asegura que entró de becario en Chile. De ahí fue destinado a Brasil, Argentina y Namibia hasta que fue nombrado gerente en Mozambique. Todos estos países no eran ajenos a él ya que como hijo de capitán, en las tertulias de su padre siempre escuchaba referencias.

Vilas, que desde el verano ya retornó a trabajar a España, en la misma empresa, en Vigo, y reside en su Bueu natal, asegura que en Mozambique, una excolonia portuguesa, se encontró un país muy diferente a los anteriores en donde trabajó: "Era uno de los países más pobres del mundo, aunque está dejando de serlo porque hay megaproyectos de gas natural y carbón". Tiene un recuerdo de "gente muy encantadora" y dice que "fue muy bueno trabajar allí durante estos años".

Sobre su cargo de cónsul honorario, por cuya labor acaba de ser condecorado, asegura que a él le ofrecieron representar a España en la zona centro del país porque la Embajada está en la capital, en el sur, para colaborar con ella debido a la importante comunidad española de religiosos y de marinos, en el país. "Lo que hice fue apoyar a la Embajada en todo lo posible, representar a España delante de las autoridades locales y atender a todos los ciudadanos españoles que pasaban por allí. Había de todo, desde religiosos, cooperantes, marinos, empresarios, turistas...Cuando estás fuera de España siempre ayudas a tus compatriotas, independientemente de tu cargo". A lo largo de estos años ayudó, por ejemplo, "en cosas típicas como pérdida de pasaporte, información sobre dónde invertir, con quién asociarse...y a los religiosos, por ejemplo, que acudían mucho a enviar cartas, fe de vidas, renovación de pasaportes...este tipo de cosas que de no estar yo, tendrían que coger un avión e ir a la capital. Es representar a tu país y ayudar en lo posible a la comunidad. Todo se ha hecho con placer". Por eso que califica de un honor la condecoración.

A lo largo de estos años, admite que se ha visto en situaciones complicadas, sobre todo al principio, que había más comunidad religosa, con curas y monjas que llevaban allí mucho tiempo y que vivían en la más absoluta austeridad e intentaba ayudarles, asistiendo a sus actos, haciendo de nexo". Dice que esa comunidad se fue perdiendo y fueron llegando más empresarios que demandaban información: "Como cónsul vives todo tipo de incidencias. Eres honorario, no de carrera, pero intentas ayudar en lo máximo". Ahora se adapta a su nuevo destino, su país: "Uno nunca pierde su vínculo con la familia, pero después de tantos años fuera, notas el cambio; brusco pero agradable".