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Ola de atentados en la capital francesa · Reacciones en la comarca

"¿Matar para qué? Nos duele el alma"

Un francés y su mujer, que residen desde hace quince años en Tirán (Moaña) tras toda su vida en el país galo, no encuentran explicación a lo sucedido: "Siempre hemos convivido con los musulmanes, sin confrontación"

"¿Matar para qué? Nos duele el alma"

Mientras la corporación de Cangas salía ayer a la calle, en una concentración a mediodía para condenar los atentados de París y "calquera outro lugar asolado pola violencia", tras la verja de su casa en Tirán, el francés Porret Henry agachaba con tristeza la cabeza. "Mal, mal, mal" asegura sobre el duelo que vive su país natal tras los atentados yihadistas del viernes. Ayer fue un día para recordar a las víctimas y condenar la masacre terrorista. En el Instituto A Paralalia de Moaña, alumnos y profesores guarderon un minuto de silencio. Ellos también fueron París.

Porret Henry tiene 82 años y trabajó durante toda su vida en la industria aeronáutica en Francia. Asegura que lo hizo siempre con inmigrantes de todo tipo y muchos musulmanes con los que siempre hubo muy buena convivencia, incluso respeto y alegría cuando años después volvieron a encontrarse en un viaje de regreso a Francia. Vivía en la localidad de Saint Denys, en un suburbio da la capital parisina, en donde siempre ha residido una amplia comunidad musulmana, hasta el punto de que en la actualdiad su alcalde es marroquí, asegura este francés.

Desde hace quince años reside en una casa en Tirán, en Moaña de donde es su mujer Lucía Lema, a la que conoció en Francia hace 43 años cuando ella emigró tras los pasos de su hermana. Lucía, que cariñosamente llamá "Tití" a su marido, reconoce que Francia le dio todo: "Me da mucha pena, quiero a Francia como si fuera mi país. Gracias a este país tenemos un retiro. Allí me hice persona", asegura esta mujer que pese a su edad, también por encima de los ochenta años, respira un glamour francés que sólo se enturbia cuando acaricia con la mano el camafeo con la foto de su hijo fallecido, ya hace años, por enfermedad. Con lo que ocurrió en París el pasado viernes señala que le duele el alma: "Ha muerto gente que no tiene la culpa de nada". Su marido no puede atribuir esta matanza más que a gente "que está mal de la cabeza".

Nada más enterarse de lo sucedido en la noche del viernes, lo primero que hizo Porret Henry fue telefonear a su sobrino Guy -casado con una sobrina de su mujer- que reside a un kilómetro de París. Allí siguen viviendo tres sobrinas de Lucía, hijas de una hermana que ya ha retornado y vive en Castrelos. "Toda la familia piensa como yo. No merecen ni la cárcel", asegura este extrabajador de la aeronáutica, que se pasó toda su vida dedicado a la división de helicópteros y que pese a sus quince años viviendo en Moaña todavía tiene dificultades para entenderse en castellano.

Sólo hace pensar en esa pobre gente que estaba tomando algo en la terraza de un café: "¿Matar para qué. esta gente que murió no hizo nada para morir así", se lamenta a más de 1.500 kilómetros de distancia de París, pero con el mismo sentimiento que si lo hiciera pisando tierra gala.

Reconoce cierto temor a que se levante una ola racista, aunque sabe que el pueblo francés siempre ha sabido estar, y a lo largo de la historia ha recibido a multitud de inmigrantes en busca de trabajo y de una vida mejor, que allí fueron recibidos con los brazos abiertos. Su mujer Lucía Lema dice que ella es un ejemplo, confirma que allí siempre estuvieron rodeados de amigos. Su marido insiste en que ellos vivían en una ciudad obrera, de unos 60.000 habitantes, con muchos musulmanes, pero nunca hubo confrontación: "No puedo decir que lo que ha hecho esto sea gente musulmana, sino que están mal de la cabeza".

Sobre el futuro, Porret Henry presume de que el francés es paciente, pero que es difícil tener calma cuando ha muerto tanta gente que estaba sentada tomandó un café o estaba en una sala escuchando música. "No se podrá estar tranquilo en ningún sitio", añade Lucía Lema: "No sé cómo puede ocurrir algo así, no me lo explico", repite esta mujer que empezó trabajando de modista en Vigo y tuvo varios empleos en Francia, desde la mercancía con su marido a otros trabajos. Ahora viven retirados en Moaña, pero sin dejar de pensar en Francia y sufrir por este país con atentados de este calibre.

La tragedia vivida este fin de semana en la capital francesa se ha dejado sentir también en las aulas de los institutos de O Morrazo, donde numerosos alumnos tienen entre sus asignaturas la lengua francesa. En el IES Johán Carballeira imparte clase Francine Sánchez, nacida en Francia, hija de emigrantes y que regresó a España con siete años de edad. "A nivel personal no tengo tantos vínculos con Francia, pero sí a nivel profesional y de trabajo", cuenta la docente. El terrible atentado yihadista del viernes estuvo presente en las clases de ayer, en las que hubo un minuto de silencio, y durante esta semana están previstos actos de recuerdo, como el encendido de velas con los colores de la bandera francesa.

Inquietud

El suceso también ha generado cierta inquietud entre las familias de algunos alumnos. Este curso se había decidido que la excursión de Bachillerato tendrá precisamente como destino la capital francesa, una decisión que se mantiene. "Algunos progenitores están pensando en no dejar ir a sus hijos, aunque en realidad no estás libre de que pase algo parecido en otro sitio", contaba ayer el padre de un alumno. "Algunas familias tienen temor, aunque por ahora nadie me ha dicho que no va a venir. Desde el viernes hubo tiempo para la reflexión y para entender que esto puede pasar en otra ciudad del mundo", reflexiona la profesora. El viaje será en Semana Santa, a partir del 28 de marzo y los estudiantes del Johán Carballeira aprovecharán para visitar de camino los castillos del Loira y luego París, Eurodisney, Versalles y el parque temático de Futuroscope en Poitiers. "Tenemos que intentar seguir con la vida porque la vida sigue. Hoy [por ayer] en Francia ya abrían museos, centros comerciales... Si vivimos con temor al final no hacemos nada", razona la profesora.

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