"Moitas promesas pero seguimos na mesma", expresa el patrón mayor de la cofradía San Xosé, Javier Costa, hastiado de los problemas de aparcamiento que sufre el colectivo por la falta de un sistema efectivo de restricción de acceso a la explanada, y también de que las promesas de Portos de Galicia no se lleven a la práctica. El máximo representante del cabildo insiste en que la situación repercute negativamente en el sector, que es el que abona el canon para el mantenimiento de las instalaciones, y baraja otras medidas de presión para que se escuche a los marineros.

Las demandas de la cofradía vienen de bastante atrás. De hecho, ya eran antiguas cuando Portos de Galicia adjudicó, en 2010, el plan que le solicitaron para el puerto pesquero de Cangas, cuyo objetivo era "ordenar el caos" de aparcamiento que padece, sobre todo por el estacionamiento de clientes de los establecimientos del centro urbano y de los turistas que saturan el municipio en verano, con turismos y autocaravanas.

El panorama no ha mejorado. En los últimos días, con el buen tiempo y la salida al mar de los percebeiros y los pescadores que se dedican al marisqueo a flote se ha intensificado el tráfico en el entorno portuario. Los marineros siguen quejándose de que los coches aparcan sobre las redes, delante de los accesos a la lonja, a las chabolas de pertrechos y a las escaleras y rampas de acceso a los muelles, dificultándoles su propio trabajo y el estacionamiento de los compradores que acuden a las subastas en la lonja. "O mesmo de sempre e as mesmas solucións, ou sexa, ningunha", reitera el patrón mayor, que culpa a Portos de hacer oídos sordos a sus demandas, tanto a la hora de regular el aparcamiento como de contratar un vigilante o eliminar los hedores en el entorno portuario.

La última reunión entre el cabildo y Portos se celebró el 4 de agosto y también asistieron el alcalde, Xosé Manuel Pazos, y el concejal Mariano Abalo. Allí reiteraron sus problemas de continuos hedores en el entorno de la lonja, reiteradas averías en las pilonas que restringen el acceso de vehículos o la necesidad de cubrir la plaza de vigilante portuario, que está vacante. De momento, todo sigue igual.