Jesús era el jefe de flota de nuestra empresa pesquera [Rampesca] en la que llevaba trabajando unos 30 años, muy querido en la casa y muy buena persona. Su entierro en Moaña fue una manifestación de duelo multitudinaria de todo el Morrazo y como no de la gente de nuestra empresa muy afectados por su repentina muerte.

Me acerco hoy al las páginas del Faro para sacar afuera esa angustia que todos sentimos cuando un amigo se va y rendirle al tiempo un justo homenaje. Se nos fue PASTORIZA y lo escribo con mayúsculas porque Jesús era así, lo más grande con su familia, sus compañeros y amigos, dispuesto siempre a escuchar y a echar una mano.

Todos los que compartimos con el tantas cosa en la que fue y siempre será su empresa, que era también en parte su familia, nos quedamos sin palabras para hablar de su humanidad y su valía profesional.

Gracias Jesús que ahora nos dejas, pero nos diste alma, corazón y vida.