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La trágica historia del "Titanic" gallego

El museo Torres acoge una exposición sobre el naufragio del "Santa Isabel" en 1921

Una muestra de la vajilla que iba en el buque y al fondo las fotos.// SA

El Museo Manuel Torres de Marín acoge durante estos días una de sus exposiciones más trágicas. No en vano, se trata de la mayor catástrofe de la historia de la marina mercante española, con casi 300 muertos en las aguas próximas a la isla de Sálvora, frente a la costa de O Grove. Ahora, hasta el próximo 13 de agosto, y en horario de 11 a 14 todos los días y de 18 a 21 horas martes y viernes, marinenses y visitantes podrán disfrutar de una visión única del naufragio, con casi 200 fotos, testimonios escritos de los supervivientes, varios objetos propios del buque e incluso un vídeo documental sobre el suceso.

Cuando se habla de naufragios, todo el mundo tiene en mente un mismo caso, el del Titanic. Fue en la noche del 14 al 15 de abril de 1912, cuando el transatlántico inglés desapareció en las gélidas aguas del Atlántico y, con él, la vida de más de 1500 personas.

Si en Galicia existe un caso similar es, sin duda, el del vapor Santa Isabel, que naufragó el 2 de enero de 1921 -9 años más tarde- frente a la costa de O Grove, dejando tras de sí una cifra oficial de 213 fallecidos, a los habría que sumar unos 60 niños, difíciles de contabilizar dado que muchos no pagan billete en aquella época. De entre el total de sus viajeros y la tripulación solamente se salvaron 53 personas, quienes tuvieron la suerte de ser socorridas en la mar por embarcaciones locales o, los menos, alcanzando la costa de la cercana isla de Sálvora. Y es que la mayoría de los fallecidos perecieron golpeados contra sus rocas.

Historia

La historia del Santa Isabel comenzó 6 años atrás, cuando fue botado a la mar en 1915. Un buque a vapor con 89 metros de eslora, 81 tripulantes a bordo y que recogía pasaje -hasta 500 personas- en los puertos de Bilbao, Santander, Asturias, A Coruña, Vilagarcía y Vigo para viajar hasta Cádiz, donde los transbordaba a otro transatlántico que llevaba a los pasajeros hasta Buenos Aires.

Antes del trágico naufragio, el buque ya había comenzado a escribir su particular crónica negra. Así, en 1918, tres tripulantes murieron tras ser arrollados por una "monstruosa ola como jamás se había visto", según recogía la prensa de entonces. Meses más tarde, el vapor a punto está de explotar por los aires al colisionar con una mina situada frente a la costa de Lisboa. En el último momento logra esquivarla y evitar, de momento, la tragedia.

Esta llegaría apenas dos años después, en la madrugada del 2 de enero de 1921. En medio de su viaje entre las ciudades de A Coruña y Vilagarcía, el fuerte oleaje hizo virar peligrosamente al Santa Isabel, que colisionó contra la piedra Lapegar, próxima a la isla de Sálvora. Ante el riesgo de explosión, se cortó la electricidad del buque, por lo que el radiotelegrafista solo pudo enviar un escueto mensaje: "nos hundimos", sin llegar siquiera a precisar sus coordenadas.

Los pasajeros quedaron así a la suerte del bravo mar y a expensas del rescate de los lugareños de la isla, que primero desde las rocas y luego con varias dornas se echaron a la mar para dar socorro a los náufragos. Especialmente se recuerda el caso de cuatro mujeres naturales de Sálvora, que posteriormente fueron condecoradas como heroínas nacionales.

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