"Un agricultor de Balaguer (Noguera) dedica uno de sus terrenos al cultivo de 4.000 plantas de stevia, un arbusto originario de Paraguay, 30 veces más dulce que el azúcar pero con cero calorías, que se ha convertido en el emblema de su resistencia contra lo antinatural -los edulcorantes químicos, en este caso- y que le ha dado popularidad entre la población diabética que rodea los campos". La noticia, en El Periódico de Catalunya, tiene unos cuantos años, pero la dedicación del payés Josep Pàmies al cultivo de plantas medicinales, así como a la divulgación de sus propiedades, no ha dejado de crecer. Tampoco su popularidad, como se constató ayer por la tarde en la charla ofrecida en el consistorio de Cangas, organizada por Adicam, bajo el título "Las plantas y los intereses ocultos de las farmacéuticas".

Ante una sala abarrotada, Pàmies desgranó los beneficios de multitud de especies vegetales, algunos muy cuestionadas por las autoridades médicas, y llamó a la reflexión sobre el supuesto interés de la medicina convencional, incluso de las instituciones públicas, pero especialmente de la industria farmacéutica en silenciar el trabajo de quienes ofrecen alternativas menos gravosas para el bolsillo de los ciudadanos y a la vez menos rentables para las multinacionales propietarias de las patentes químicas. "Los grandes mentirosos tienen grandes altavoces", que no disfrutan los curanderos, advierte.

Kalanchoe, graviola, aloe vera, celidonia, artemisa, marihuana... Cada una tiene su aplicación terapéutica y debe tenerse en cuenta a la hora de afrontar muchas enfermedades "masivas". "No se trata de imponer, sino de dar una opción más", destacó el conferenciante, que valora las bondades de la medicina pública en cuanto al diagnóstico, pero ataca los "graves efectos secundarios" de la química.