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Amasando un siglo de historia

La Panadería O Romano, fundada por Benito Lorenzo Martínez, cumple cien años de vida. El despacho original de O Valado ha dado paso a tres más en Loureiro, Beluso y el centro

Benito Lorenzo Martínez. // FDV

De malta, de centeno, con nueces y pasas, pan de molde, las famosas baguettes? Las múltiples variedades de pan de hoy en día han provocado un cambio en los hábitos que también ha obligado a panaderías familiares y artesanales como O Romano a adaptarse a los nuevos tiempos para poder sobrevivir en un mercado con cada vez mayor competencia.

Este año 2014 es especial para este establecimiento buenense. Son 100 años de vida y de trabajo. Según la documentación que obra en el archivo municipal del Concello de Bueu es la panadería más antigua del municipio, aunque los orígenes de A Bicha, en Banda do Río, se remontan 151 años atrás. El fundador del negocio fue Benito Lorenzo Martínez, que el 2 de enero de 1914 abrió la primera panadería muy cerca de donde está el horno actual, en el lugar de O Valado. Era el bajo de la vivienda familiar, del que retiró las antiguas cuadras y convirtió ese espacio en el origen de un negocio familiar que hoy va por su cuarta generación. El peculiar nombre del establecimiento siempre ha suscitado mucha curiosidad. Benito Lorenzo Martínez emigró en su juventud y todo parece indicar que estuvo en Italia, razón por la que eligió como nombre distintivo O Romano.

Desde el primer momento fue una actividad tradicional y familiar. La segunda generación que se incorporó a la panadería fue la de su hijo Benito Lorenzo Rodríguez. Desde muy joven trabajó junto a sus padres y el oficio le valió para estar destinado durante la Guerra Civil en Pamplona, donde trabajó como panadero. Tras concluir la contienda regresó a Bueu para trabajar junto a sus progenitores en la panadería, a la que años más tarde se incorporaría su hijo y que llevaba su mismo nombre, Benito Lorenzo González.

Tercera generación

Benito Lorenzo González y su esposa, Mercedes López Masenlle, constituyen la tercera generación en O Romano. El hombre falleció hace años y hoy son su mujer e hijos quienes llevan el negocio. "Él trabajó desde muy joven junto a sus padres y yo recuerdo como mi suegra, Amancia González Pérez, repartía el pan todos los días por todo Bueu y Beluso. Llevaba un carro y por donde el carro no podía pasar llevaba una cesta en la cabeza con el pan", recuerda Mercedes. En la segunda mitad de la década de 1960 la entrada de la tercera generación sirvió para dar un nuevo impulso y mejorar el reparto. "Mi marido compró un Land Rover para poder repartir el pan. Más tarde yo también saqué el carné de conducir y con un Citroën 2 CV repartía el pan, aunque aquel 'dos caballos' no podía ir por todos los caminos del rural", rememora la actual matriarca del negocio familiar de O Romano.

No eran pocas las penalidades con las que se trabajaban en aquellos años. Mercedes recuerda como el pozo que tenían en el emplazamiento original se secaba todos los veranos. "El agua era fundamental para poder amasar y tenía que ir a buscarla a la Fonte do Cura [debajo de la iglesia]. Se quedaban allí los niños y luego un vecino se ofrecía a subirlas para que no tuviese que cargar con ellas", cuenta esta mujer.

Una de las fechas clave en la vida de esta panadería ya centenaria en Bueu es el año 1993. Las exigencias en materia sanitaria y los nuevos tiempos obligaron a dejar aquel primer horno y panadería bajo la casa familiar y a buscar un espacio más amplio, aunque muy cerca de ese lugar inicial y bajo las mismas señas de identidad. "El nuestro es un pan artesano, hecho en horno de leña y así seguimos", sentencian Mercedes y su hija Ana. Eso no ha impedido que el nombre de O Romano haya crecido de forma considerable y hoy en día constituya toda una cadena con hasta cuatro despachos repartidos entre los miembros de la familia. El de O Valado continúa siendo donde se sitúa el epicentro de la actividad y a él se unen los puestos en Loureiro, Beluso y el situado en el centro urbano del municipio, en la calle Eduardo Vincenti.

El primero que se abrió fuera de O Valado fue en la esquina entre Pazos Fontenla y Castelao, en el año 1999 y cuando Mercedes se había quedado al frente del negocio junto a sus hijos. "La gente del centro nos pedía que abriésemos en la zona algún despacho porque era más cómodo para recoger el pan", recuerdan. Aquel primer despacho se trasladó hace algún tiempo a su actual ubicación en la céntrica calle peatonal Eduardo Vincenti.

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