Juan López Ruíz, el yerno de Fuencisla Roca de Togores Rodríguez de Mesa, no duda al definir a su suegra, la viuda del Conde de Canalejas, como" una castellana en Galicia". Nacida en Madrid el 26 de mayo de 1940, su educación fue completamente castellana. Comenta Juan López que Fuencisla era una castellana vieja por la que corre sangre de León, donde sus padres tenían una finca, en Belvís, que siempre añoró. La muerte temprana de sus padres le obligó a hacerse cargo de una finca que le daría muchos sinsabores, pero también muchas alegrías. Juan López Ruíz afirma que no se puede decir que el de los condes fuese un amor a primera vista, pero que indudablemente algo había quedado del aquel verano en que Fuenscisla Roca pasó unas vacaciones en el Pazo de Aldán.

Juan López relata que su suegra era una mujer con mucha vida, que vivió, por momentos, a caballo entre León y Madrid, donde trabajó en negocios inmobiliarios. Ella, Fuencisla Roca de Togores Rodríguez de Mesa, era hija del Marqués de Gibraleón, descendiente de aquel al que Miguel de Cervantes Saavedra dedicó El Quijote. Pero como dice su yerno, Fuencisla Roca también fue una mujer que sufrió. Pasó por malos momentos en la posguerra y después de morir su marido el Conde de Aldán, Antonio Pérez Armada Esteso y Quiroga de Losada. Apenas llevaban casados cuatro años. Había contraído matrimonio con él en 1985 y en mayo de 1989 fallecía. No fueron buenos tiempos. Ella se quedó en la Casa de A Torre con sus dos hijos, fruto del primer matrimonio: Fuencisla y Rodrigo. Con posterioridad la hija puso residencia en Madrid y Rodrigo en Vigo. Fuencisla Roca de Togores no era una mujer que se prodigara por Cangas. Gozaba con su Torre, a la que estaba muy dedicada y se entretenía con la lectura y la música. Cada vez que podía hacía una escapada a Madrid para acudir al teatro, que siempre le apasionó. Ella apenas acudía a Cangas y si lo hacía tenía una rutina de la que no se apartaba en demasía. Era fiel a su peluquero y en ocasiones se acercaba a la plaza de abastos. Siempre podía pasar desapercibida porque su rostro casi nunca apareció en el papel couché.

En los años noventa comentaba a FARO DE VIGO que estaba dedicada a la incansable tarea de proteger A Torre, sacrificándose por el elevado coste de la tarea, "pero a la que me debo por mi marido. Me lo pidió antes de morir. Él amaba esta casa y por eso me encuentro en la obligación moral de luchar por ella". Para eso puso en alquiler dos casas anexas al pazo.

Con Fuencisla Roca, la ancestral danza de Aldán se bailó por última vez en el pazo. Corría el año 1996 y los tiempos habían cambiado demasiado.

El sábado, después del viernes de Los Dolores, festivo local en el municipio de Cangas, Fuencisla Roca tuvo que ser hospitalizada como consecuencia de un enfisema pulmonar. Permaneció en un centro hospitalario de Vigo casi toda la Semana Santa y sus familiares prepararon todo para que ella regresara a A Torre de Aldán. "Nadie pensó que los acontecimientos se sucedieran tan rápido", comenta Juan López Ruíz que se afana por resaltar la importancia que la para fallecida tenía retornar a su querida casa de Aldán. Murió acompañada de sus hijos y de toda su familia, con los caseiros Pilar y Gonzalo, sempiternos en la casa, arreglándolo todo.

Fuencisla Roca de Togores se fue sin hacer demasiado ruido, casi de puntillas. El funeral tuvo lugar ayer en la iglesia parroquial de San Cipriano de Aldán, poco después de la 18.00 horas. Allí estaban sus hijos: Fuencisla y Rodrigo; su yerno Juan López Ruiz y su nuera Ainhoa Otero Crespo, además de sus seis nietos. Fue un acto sencillo y discreto, como los últimos años en la Casa de A Torre. Después fue incinerada en una acto privado.

Ahora la incógnita en Cangas se centra en quién es el heredero del título nobiliario de Conde de Aldán. Según Juan López es un sobrino de Ramón Pérez Armada.