La marea roja continúa avanzando en las aguas de O Morrazo y especialmente en la ría de Pontevedra. El último polígono en cerra ha sido el denominado Cangas B, situado en aguas de Aldán y que agrupa a unas 70 bateas mejilloneras. Este cierre se une a los decretados en los tres parques bateeiros de Bueu y a dos en Combarro. De esta manera en la ría pontevedresa sólo permanecen abiertas dos zonas: la Cangas A, también en Aldán, y el Portonovo A, en Combarro. A tenor de los resultados que publica diariamente el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) resulta probable que en los próximos días haya más cierres.

El polígono Cangas B es el más grande de los dos que se sitúan en aguas de la ría de Aldán y es que el que se encuentra en la zona más exterior, entre Areabrava y Punta Couso. Ayer se estaba muestreando el Cangas A, más interior y que cuenta con una treintena de viveros flotantes. "Levamos un par de semanas con ventos do sur, que son os que traen a toxina. A ver se nos vindeiros días entran ventos de compoñente norte, que poderían axudar", apunta un bateeiro de esta ría. No obstante, los profesionales siguen desconfiando del método de muestreo impuesto por la Unión Europea y reclaman la vuelta al bioensayo.

En el caso de la ría de Vigo de momento están abiertos todos los polígonos, aunque las analíticas revelan que la situación está empezando a cambiar y podría haber cambios próximamente. Ayer el Intecmar estaba muestreando uno de los polígonos de la bocana de la ría, el Cangas H y que está situado en Areamilla, y los tres ubicados en Moaña.

El avance de la marea roja a estas alturas del año ya no resulta anómalo y suele repetirse en los inicios de la primavera. Más complicado resulta prever su evolución, pero en Bueu los bateeiros dan por sentado que la toxina no les dejará trabajar tranquilos hasta los meses de verano. Hasta la fecha los únicos polígonos bateeiros de Galicia que están cerrados son los de la ría de Pontevedra y el Corme B, en la ría de Corme-Laxe y que está cerrado desde hace un año. La ría pontevedresa suele ser la primera en experimentar los efectos de la toxina y sólo el año pasado las bateas de Bueu estuvieron cerradas 271 días.