Entre los casi 17.000 apoyos que la petición para crear una unidad de lesionados medulares en el nuevo hospital de Vigo ya ha obtenido en solo once días, figuran muchos pacientes o familiares residentes en el sur de Galicia. A continuación, se extraen algunas de las razones que han alegado en Change. org al sumarse a la campaña ciudadana.

Ángeles y su marido tienen un negocio de ortopedias en Vigo. Hace cuatro meses que él lo lleva solo, con la ayuda puntual de dos de sus hijos que, a la vez, estudian. Ángeles se ha trasladado a A Coruña para estar con su hijo Lucas Alonso, de 35 años, al que un accidente doméstico le sesgó la médula y le dejó parapléjico de cintura para abajo. Consigue costearse la estancia gracias a un amigo con el que convive. "A mis 60 años y compartiendo piso", se ríe. Junto a sus billetes de tren, las comidas y los viajes en coche de su marido cuando acude los fines de semana, gastan una media de 800 euros al mes. Suma 7.000 euros en reformas para adaptar la casa de cara al regreso de Lucas. "No existe ninguna ayuda", reprueba y concluye: "Esto no hay bolsillo que lo resista".

Y no lo resistió. Ángeles tiene que regresar a Vigo por su pequeño negocio. "Me duele en el alma tener que dejarlo solo", lamenta y destaca que es muy importante el contacto con los suyos para que el ánimo de Lucas no se venga abajo. Si hubiera una unidad en Vigo, no tendría problemas para compaginar ambas cosas y Lucas recibiría más visitas de sus hermanos y amigos.

Ángeles ha hecho grandes amistades en el Chuac y también ha presenciado situaciones muy difíciles: gente que vendió su medio de vida para poder estar junto a su familiar o personas que tenían que elegir entre cenar o pagar un alojamiento. Insiste en una cosa: "No es una enfermedad rara. Le puede pasar a cualquiera".