"Cuando llegué no sabía el tiempo que me iba a quedar. Pero empiezas a hacer cosas, te sientes a gusto, te casas aquí, tienes hijos y ya está". Pedro Fernández resume de este modo los 41 años que ha estado destinado como profesor en el CEIP Montemogos de Beluso, desde que en 1972 llegó al centro hasta ayer mismo, día en el que cumplía 65 años y ofrecía sus últimas enseñanzas a sus alumnos.

Nacido en Tui pero afincado en Bueu, Pedro Rodríguez es uno de los principales artífices de varias de las mejoras que ha experimentado el colegio en las últimas décadas. A él se le atribuye la dinamización del salón de actos, gracias a su pasión por el teatro, y la creación del laboratorio. "El salón de actos era un antiguo comedor sin mucho uso, pero montamos unas plataformas de madera para el escenario y después el concello nos hizo la actual", recuerda. Del laboratorio apunta que "era una inquietud que yo tenía como profesor de ciencias. Era un patio de luces que nos habilitó la Consellería de Educación".

Ayer vivió uno de sus días más emotivos. Tras la clase el colegio descubrió una placa que le da su nombre al salón de actos. También recibió una figura de la mascota de la biblioteca, Belusiña, pero, sobre todo, el cariño de los alumnos, los presentes y alguno de los pasados.

"Son tantos los recuerdos que tengo que no podría quedarme con uno solo. Es muy gratificante el ver cómo los que han sido tus alumnos crecen y forman sus familias", señala. "Es como sentir un flash, porque piensas que acabas de llegar ayer", añade. Y relata como anécdota que "le he dado clase a tres generaciones. Ya he tenido en clase a los nietos de algún alumno". La víspera de su jubilación se encontró con uno de los primeros estudiantes a los que dio clase mientras alguno de los actuales estaba por allí. "Les dije a los de ahora que había sido mi alumno y ellos me dijeron que era mayor que yo", sentencia.