Como cada 16 de agosto, el Cruceiro de Hío volvió a ser testigo de excepción de la tradicional danza en honor a San Roque o danza de los peregrinos. Un año más, un grupo de hombres y niños naturales de la parroquia se vistieron los típicos trajes para convertirse en galanes y damas. Esta danza ancestral, donde diez adultos y cinco chicos siguen los pasos de su guía al son de la gaita y la caja, se repite cada San Roque desde el siglo XIV, cuando los vecinos de Hío se ofrecieron al santo para que acabara con la epidemia de la peste que sacudía la comarca.

La jornada comenzó con una misa solemne en la iglesia de San Andrés de Hío, y a continuación las campanas y las bombas marcaron el inicio del baile. El reloj marcaba la una cuando los 16 bailarines comenzaron con los giros y los cruces mientras la la gaita y a la caja marcaban el ritmo de la "Danza dos peregrinos". Cientos de vecinos dirigían su mirada hacia el atrio de la iglesia, atentos a los movimientos de damas y galanes. Los adultos, sombrero en mano, hacían sonar las castañuelas mientras niños y mayores seguían los pasos de Eduardo Otero, que lleva desde los 11 años ejerciendo de guía.

Durante siete siglos, los vecinos de Hío han mantenido viva la tradición y se han ido prometiendo a San Roque para pedir la salud de sus familiares. "Hay que seguir bailando mientras puedas o hasta que tengas quien te sustituya", cuenta uno de los miembros. Este año debutaba Dani Hermelo, de 13 años, y explicaba que fue su padre quien le enseñó los pasos.

Al finalizar, los danzantes encabezaron la procesión, a la que se unieron un centenar de vecinos con velas encendidas. La imagen de San Roque y la banda de gaiteiros Mazaroca siguieron a los 16 bailarines, que repitieron la danza en varios puntos de la parroquia antes de volver al atrio para ejecutar la conocida como Contradanza.