Bueu volverá a ser mañana un gran manto floral. Es cierto que la tradición del Corpus Christi no pasa por sus mejores momentos, pero está impresa en el ADN de muchas familias de la localidad que se niegan a que se marchite. Los diseños que mañana darán color al duro asfalto son el resultado de un trabajo de semanas y de incluso meses. Hay quien incluso nada más acabar la procesión empieza a darle vueltas a la alfombra del año siguiente.

Una de las más antiguas y llamativas es la que se elabora en el final del tramo superior de la calle Eduardo Vincenti. Es el resultado del trabajo conjunto de tres familias, cuyos respectivos negocios están situados en la zona: Joyería Estévez, Casa Quintela y Perfumería Castro. Normalmente eligen vistosos motivos florales como diseño, pero este año habrá un cambio. "Vamos a representar cinco dedales porque queremos hacer un homenaje a doña Miluca Martínez Calvar", explica María del Carmen Estévez. Esta mujer era la matriarca de Casa Quintela y falleció el pasado verano. "Le encantaban los dedales y cada vez que alguno de nosotros se iba de viaje lo único que nos pedía es que le trajésemos alguno de recuerdo", cuentan su nuera y una de sus nietas, Ana Nantes y Cris Millán.

La más veterana es Mari Carmen Estévez, que vive esta tradición con pasión desde que era una niña. "Es algo que se lleva dentro", asegura con orgullo. El trabajo comienza mucho antes de que esta noche comiencen a pintar la calle y de que a primera hora de mañana perfilen y confeccionen la alfombra. "Son semanas recogiendo las distintas flores que te hacen falta y preparándolas para que aguanten hasta este fin de semana", cuenta Mari Carmen. "Hay veces, como ayer, que te quedas trabajando hasta las dos de la mañana", dice. Desde hace algún tiempo también cuentan con una colaboración muy especial: los usuarios del centro de día de Afamo en Moaña, que se encargan de preparar la mimosa que se utiliza para el "verde" de la alfombra.

Mari Carmen Estévez ha visto a lo largo de todos estos años cómo ha evolucionado el Corpus en Bueu y en su voz se nota cierta tristeza. "Es una pena que se vaya perdiendo y sería bueno involucrar a los niños de los colegios", cuenta. No obstante, cree que "aunque se perdió en cantidad también se ganó en calidad". Pero la tradición también cambió a la hora de organizar el trabajo. "Cuando era pequeña la hacíamos justo después de comer, con lo que te ponías a trabajar casi con la comida en la boca. Me acuerdo de algún año de acabar con la procesión llegando", relata. ¿Y qué se siente cuando tanto trabajo es literalmente pisoteado? "A mí no me importa. Es más, cuando veo desde el balcón que la pisan con mucho cuidado y con miedo les digo 'deshazla, deshazla' porque es para eso", sentencia con una sonrisa.