Los viernes, antes de irse a casa, los niños que estudiaban en la antigua escuela mixta de Donón ayudaban a la maestra doña Concha a barrer y poner los bancos en fila. El aula se convertía el domingo en la iglesia en donde se oficiaba la misa para los feligreses del lugar. De aquello han pasado 40 años, tampoco tantos, pero la imagen es impensable hoy en donde la educación se imparte hoy con pizarras electrónicas y ordenadores en grandes grupos escolares que en los años 70 acabaron con las conocidas como escuelas unitarias del rural. La de Donón, pese a lo pobre que era, marcó una época de mucha felicidad para los que pasaron por esta escuela, tanto para esta última generación de alumnos, como es el caso de Josefa Otero González y José Manuel Coya Piñeiro, niños de entonces, como para la última maestra que pasó por el aula, Concha Fandiño Soto: "Fue una experiencia espectacular, maravillosa", asegura esta profesora de Cangas que ganó las oposiciones y tuvo sus primeros destinos en pueblos de la montaña asturiana. De Bustiello de Tablado, Villagimada y El Pládano, en Cangas de Onís, Concha Fandiño pasó a tener destino en en Donón. Capitaneados por José Manuel Coya, aquellos alumnos, le rinden mañana homenaje a su maestra en una cena en el restaurante Cabo Home.

Concha Fandiño llegó destinada a Donón en el año 1969. La carretera desde Cangas todavía no estaba asfaltaba y Concha, que al principio iba en taxi desde Cangas,se compró un coche, que sus alumnos de Donón recuerdan perfectamente, un Seat 850. La escuela, con solo un aula en donde estudiaban juntos la veintena de niños, desde los pequeños hasta los mayores, estaba en la planta baja de una vivienda, que hoy todavía sigue existiendo aunque ya reformada, en el cruce de Eiravella. El bajo, alquilado, estaba compartido con un Spar que tenía acceso por el otro lado de la finca: "Mucha gente que acudía a comprar se confundía y entraba en la escuela", recuerda la maestra, que hoy vive en Cangas tras jubilarse como profresora en el colegio público de O Hío, en donde dio clase a hijos de sus alumnos de Donón y casi estuvo a punto de hacerlo a un nieto.

En la vieja escuela aprendían juntos. La profesora impartía de todo, desde matemáticas, a lengual, geografía, historia, sociales, naturales..." Se ponían las cuentas en el encerado según para quien y cuando explicaba a los mayores, los pequeños estaban haciendo otra cosa", dice Concha. Una de las anécdotas que recuerdan fue cuando ella les llevó a todos a ver el petrolero Polycommander, que ardió en la ría tras naufragar en Cíes: "Nos enteramos por la mañana y fuimos a Cabo Home. Los coches llegaban hasta el cruce de Nerga", señala José Manuel.

Los recuerdos de Josefa Otero sobre esta escuela comienzan cuando ella tenía 6 años. Allí empezó a estudiar, después se fue un año a Vilanova y retornó con 12 años. En Donón y solo un año después cumpliría su etapa escolar y en el aula conoció al que fue su marido. Con solo 13 años ya se puso a trabajar en una batea de mejillón, después en la fábrica de Ameixide y cuidando niños en Vigo. Asegura que fue una época muy bonita y dice que doña Concha era una buena profesora y una excelente persona. A veces se tenían que ausentar para ir a labrar a casa, recuerda esta mujer, madre de dos hijos y abuela de una nieta.

José Manuel, que es marinero en Malvinas, se deshace en elogios: "Lo poco que sé se lo debo a doña Concha" y recuerda cómo ella ayudó a uno de los niños más listos de la clase a ir a estudiar a Valencia: "Era un fenómeno en matemáticas". Para él también fue una etapa feliz, jugana juntos niños y niñas en la Eiravella. No se le olvida la frase al entrar o salir de clase:: "Buenos días ¿cómo está usted?" ,"que lo pase bien, hasta mañana".