Ni la sentencia firme del Tribunal Supremo ha podido solucionar el problema de un grupo de doce familias que tuvieron que abandonar los pisos que había adquirido hace 23 años en un edificio de la calle Concepción Arenal de Cangas y al que no pueden volver dada la situación de deterioro que provocaron las obras ilegales que la propietaria del solar, cuando decidió dar dos nuevas plantas al edificio, cuando ya había vecinos viviendo, y cuyos trabajos paralizó el Concello. Este grupo de propietarios tenían muchas esperanzas en que la sentencia del Tribunal Supremo pudiera terminar con esta pesadilla, pero no es posible. Las obras que se llevaron a cabo para aumentar dos plantas originaron graves daños y el agua de lluvia se filtra con total impunidad por las placas, haciendo imposible la vida en los pisos.

Muchos invirtieron sus ahorros en la compra de estas viviendas de las que no disfrutaron y, aún por encima, se tuvieron que hipotecar para comprar otra. Hay vecinos de Lugo o Vigo que la compraron como segunda residencia "la compré para disfrutar de ella y tener una inversión de futuro. Ahora no tengo ni una cosa ni la otra", dice una propietaria vecina de Vigo. "Yo obtuve la vivienda por una permuta. Ahora ellos están disfrutando del solar y yo no tengo vivienda que pueda vender. Mi hijo de 40 años está en el paro y tiene una hipoteca. Yo podría ayudarlo con este piso, pero estoy atrapada", comenta Pilar Fernández, que pide la intervención del alcalde para solucionar esta situación que dura ya demasiados años y que es fiel reflejo de la burbuja inmobiliaria. El constructor que tiene que devolver a su estado original el edificio tiene disuelta la sociedad.

Este grupo de propietarios son víctimas de un conflicto judicial entre la dueña del solar Josefa Núñez y el constructor que levantó el edificio, a quienes ellos compraron los pisos.

Comenta una de las afectadas, Belén Lemat, que el conflicto comenzó cuando la dueña del solar Josefa Núñez, a la que el constructor había dado bajo y ático, se empeñó en construir dos alturas más. Los vecinos trataron de impedirlo y denunciaron la situación al Concello, que declaró la obra ilegal. Pero mientras, según comenta Belén Lemat, Josefa Núñez les cortaba la luz, el agua y el teléfono. "Nosotros teníamos niños pequeños y nos tuvimos que marchar, porque era imposible darles el desayuno, un día sí y otro también nos encontrábamos sin agua, sin luz", comentan Manolo y Fina. Cuando llueve el agua corre por las escaleras abajo y la humedad entra en los pisos a borbotones que tiñen de verde las paredes y dejan al descubierto la placa y daños tremendos en el parqué. El tejado sigue sin poderse reparar pese a la sentencia del Tribunal Supremo de hace cuatro años. Los propietarios también tuvieron que moverse en los juzgados porque descubrieron que los pisos estaban en el Registro de la Propiedad de Cangas a nombre de Josefa Nuñez. Tuvieron que demostrar que ellos le había comprado el piso al constructor, Agustín Pousada, porque la propietaria del solar mantenía que todo era de ella. El Tribunal Supremo condena a Josefa Núñez a devolver el edificio a su estado primitivo, pero es el constructor el que tiene que ejecutar la sentencia, según comenta Belén Lemat, para lo que tendría que dar de alta de nuevo su empresa para reparar el tejado. Los propietarios afirman que a quien tienen que exigir es al constructor, que fue al que le pagaron. También señalan que el constructor tiene en propiedad los pisos ubicados en la primera planta, a los que no llega las humedades que se ven en los de la segunda planta para arriba, que alquila durante todo el año. "Él se está lucrando, así que arregle nuestra situación, que es calamitosa".

Del segundo piso en adelante, los pisos se caen a pedazos. Las puertas hincharon con las humedades y las llaves no las abren. El color verde de la humedad se apodera de todos el edificio poco a poco, las placas están al descubierto y los techos de los baños se desploman. Los propietarios quieren soluciones y pretende hablar con el alcalde para encontrarlas.