Moaña vio nacer a Leoncio Diéguez y Francisca Santomé, pero Alemania fue su tierra de adopción. Allí maduraron y lucharon para poder garantizarse una vejez sin preocupaciones, un plan que se vio truncado el día en que se enteraron que eran dos afectados más de Novagalicia Banco. "Estábamos muy tranquilos pensando que no pasaba nada hasta que dejamos de cobrar los intereses que generaban nuestros ahorros, preguntamos en la sucursal y nos dijeron que nuestro dinero estaba estancado", recuerdan. La frustración y el desengaño todavía se reflejan en sus caras. "Confiábamos plenamente en el personal", repiten.

Reconocen que el exceso de confianza les jugó una mala pasada, al igual que a cientos de vecinos que se encuentran en la misma situación. "Siempre se portaron muy bien con nosotros pero al final nos engañaron, no nos lo esperábamos", indican.

Leoncio Diéguez, de 81 años, y su esposa, de 72 años, recuerdan que siempre exigieron al banco "un producto totalmente garantizado". En el año 2009, el personal de Novagalicia Banco, que en aquel entonces era Caixanova, les ofreció "un producto nuevo que estaba funcionando muy bien". El hombre se lamenta, ya que "cuando me dijeron los intereses que íbamos a tener, que eran de aproximadamente el 7%, me pareció raro, así que pedí una entrevista con el director. Él me dijo: 'Tranquilo, está todo totalmente garantizado y solo perderías tu dinero si desaparece el banco, entonces todos nos iríamos a pique'". Además, le indicaron que podía recuperar sus ahorros en cualquier momento, que tenían que avisar con "un par de días de antelación".

Días después decidió firmar un contrato con este nuevo producto junto a su esposa, Francisca Santomé, que no rubricó el documento. "Me dieron los papeles, los firmé en plena confianza y el director me dijo que me los daba al día siguiente, nunca más los tuve", explica el hombre.

El año pasado, el matrimonio dejó de percibir los intereses por sus ahorros. "Ahí sí que sospechamos, fue entonces cuando fuimos al banco, preguntamos por nuestro dinero y nos dijeron que no sabían lo que iba a pasar", expone. Descubrieron que sus ahorros estaban atrapados en el mes de junio, pero hasta noviembre no se decantaron por la vía judicial. En un principio encontraron atractiva la opción del arbitraje, pero al final la descartaron porque "trabajamos mucho para juntar nuestro dinero, después de estar como esclavos no nos merecemos una vejez pasando frío y calamidades". Reconocen que el sistema de arbitraje es demasiado lento y reiteran su derecho a reclamar algo que les pertenece. "Nunca nos llamaron de Consumo, además tendríamos que ir a Santiago y estamos mayores para ir de aquí para allá. Nosotros ganamos nuestro dinero para tener una comodidad y calidad de vida, no para volver a ser un esclavo por culpa de un banco y tener que luchar", aclara.

Seguridad financiera

Durante su vida en Alemania, la pareja de Moaña aprendió la importancia del concepto "luchar". Ambos recuerdan con nostalgia sus trabajos en el sector de la metalurgia y admiten que su vida laboral fue sacrificada. Por eso siempre buscaron productos financieros seguros, tanto en España como en su país de adopción. "En Alemania los bancos son muy claros y si el producto no tiene garantía, te lo dicen. Yo prefiero un interés del 1% garantizado que del 12% sin garantías; no sé cómo pude tener tanta fe", explica Leoncio Diéguez. Confiesa que su mentalidad siempre fue clara con respecto al concepto de vejez y a la clase de vida que quería para cuando llegase su jubilación y la de su esposa. "El dinero hay que ganarlo, pero también hay que saber administrarlo. Nosotros no somos de comprar coches de lujo aunque tampoco nos privamos de nada, pero supimos administrarnos para garantizar una estabilidad económica, lo que nos pasó con Novagalicia es una vergüenza".

Después de la celebración del juicio se debaten entre la inquietud y la duda. "Ahora veremos qué pasa, las leyes están para cumplirlas y deberían seguirse; las preferentes y subordinadas fueron un engaño muy grande", concluyen.