Un relato que se ajusta a la realidad de "lo vivido" y que los informes médicos ven como imposible que haya sido inventado debido a la "moderada" deficiencia psíquica de la víctima. Los testimonios científicos aportados ante el tribunal centraron la vista en la que se juzga a los tres acusados de abusar sexualmente de una joven de Vilaboa que en el momento de los reiterados hechos era menor. "Es de tal complejidad que ella no sería capaz de crear una narración así y de mantenerla en el tiempo de forma invariada", exponía ayer el uno de los forenses que la examinó. Los supuestos autores habrían tenido relaciones con ella desde que cumplió los 11 años.

Los sentados en el banquillo son Aníbal M.F., Enrique C.C. y José Diego G.R., todos ellos entre los 28 y los 33 años. La Fiscalía ha pedido para ellos nueve años de cárcel en sus consideraciones iniciales. Las consideraciones definitivas se conocerán la próxima semana, al ser suspendida la vista para el martes tras una larga mañana en la que pasaron por la sala casi una decena de testigos para responder a las preguntas del ministerio público, la acusación particular y cada una de las defensas. Durante la jornada se incidió varias ocasiones en que la víctima "es influenciable" y "solo es autónoma en un entorno familiar".

Los trabajos forenses recogen las limitaciones de la menor y aseguran que si bien físicamente el retraso mental no se aprecia, "alguien que tiene una relación de vecindad debería notarlo". Durante el juicio se ha recordado que uno de los acusados, Eduardo, vivía cerca. Al parecer a ambos se les vio "acaramelados" en más de una ocasión según han testificado vecinos de la zona. Al hecho de que las supuestas relaciones fuesen entre adultos y una menor, se juzga si hubo abuso aprovechando las condiciones cognitivas de la víctima". Los forenses apuntaron que si bien no habría por parte de ella "aprobación ni desaprobación explícita" para los actos sexuales, un posible consentimiento no tendría el mismo valor que el de una persona sin estas características. "El consentimiento no sería válido; es una persona con una mentalidad muy manipulable y cuyas conversaciones son siempre superficiales", se apuntó. Por su parte, un ginecólogo aportó que había sido agredida sexualmente con penetración.

Grabado en vídeo

A lo largo de esta vista oral se conoció que la denuncia por esas presuntas agresiones (que se habrían producido al menos tres veces e incluso con una grabación de vídeo de por medio) se realizó después de que la víctima hubiese sido denunciada por parte de una mujer que entonces estaba casada con uno de los acusados. Según relató, la niña le habría telefoneado incluso 10 o 15 veces al día haciéndose pasar por amiga de su marido y novia de otro de los encausados. Tras denunciar estas llamadas, familiares de la chica acudieron a casa de la denunciante, que aseguró no saber que se trataba de una menor con deficiencia mental. Fue entonces cuanto la mujer dijo que había visto a la niña en actitud cariñosa "dentro de un coche" con uno de estos tres hombres. A raíz de ahí el primo y la tía de la menor descubrieron que había relaciones sexuales y la llevaron al ginecólogo. La madre, que también testificó ayer, dijo que no sospechaba nada debido a que estaba fuera de casa prácticamente todo el día por su trabajo en un restaurante. La niña estaba al cuidado de la abuela. "A mí me dijo que la habían violado cuando ya íbamos al juzgado de Cangas", expuso la progenitora.

Según se expuso ayer ante el tribunal, la menor habría cogido confianza con uno de los acusados debido a la relación de amistad que éste mantenía con su padre, ya fallecido. Los abusos se habrían producido en varias ocasiones, siendo una cabaña de la que los acusados disponían de llaves donde tuvieron lugar. La propietaria de esta construcción dijo ante el juez que en una ocasión se encontró allí el botón de una camisa de uno de los acusados (lo reconoció porque era indumentaria militar como la que vestía normalmente) y el envoltorio de un preservativo.