Desde la primera vez que pisaron tierra holandesa para trabajar como ingenieros en Rotterdam, el país les fascinó. Fue hace 10 años. El moañés José Miguel Fernández Rivas y su mujer Alejandra Mourente, de Ferrol, se reconocen antisistema y en este país encontraron una filosofía de vida que les permite trabajar, ganar un buen sueldo y al mismo tiempo disfrutar de un horario para compatibilizar la vida familiar y laboral. Fue aquí en donde quisieron asentarse con vistas a hacerlo a largo plazo, después de varias etapas entre Holanda y Galicia, y para empezar a tener familia. Hace tres años nació Nicolás y Alejandra asegura con orgullo que en Holanda pudo permitirse estar, desde que nació su hijo, retirada del trabajo para cuidar del bebé y volver ahora a incorporarse al mercado laboral. Los tres, y con la moañesa Marisol Rivas, madre de José Miguel, que pasa un mes con ellos, se desplazaron ayer desde la ciudad donde residen en Rotterdam hasta Amsterdam para participar en la fiesta con motivo de la coronación de los nuevos Reyes de Holanda, Guillermo Alejandro y Máxima Zorreguieta, por abdicación de la soberana Beatriz de Holanda en su hijo. Se desplazaron hasta la céntrica plaza de Dam donde se encuentra el Palacio Real en cuyo balcón se asomaron los nuevos monarcas con sus tres hijas, aunque no pudieron entrar por recomendación de la Policía debido a la invasión de gente, más de 20.000 personas, pero permanecieron en sus alrededores en donde dice que había fiesta por todos los rincones. Reconoce que el holandés "es muy patriota, lo lleva en la sangre. Está muy contento con la Corona y con la princesa Máxima, a la que adoran".

Alejandra Mourente asegura que siempre el 30 de abril es fiesta en Holanda porque coincide con el cumpleaños de la que hasta ayer era la reina Beatriz y que ella quiso que su abdicación coincidiera con esta fecha. Le sorprende el grado de patriotismo que se demuestra en que la gran mayoría de las casas están adornadas estos días con la bandera holandesa y que todos saben la historia del país "con pelos y señales". Pero si algo le fascina de este país es a la hora de trabajar, la seriedad y responsabilidad de su gente.

José Miguel y Alejandra empezaron a trabajar como ingenieros en una empresa en el País Vasco, en Bilbao, vinculada a astilleros y que tenía su principal cliente en Holanda, por lo que pasaban temporadas en el país. Tras cerrar la oficina de Bilbao, el matrimonio decidió ir a trabajar a Vigo porque la ciudad también era prometedora para encontrar trabajo en su especialidad del naval. Así lo fue. En un mes estaban empleados. En la ciudad olívica estuvieron seis años hasta que se sintieron bloqueados y decidieron dar el salto y mejorar el nivel de vida. Conocían las oportunidades de Holanda y decidieron asentarse aquí. José Miguel abrió una empresa con un socio valenciano que ya trabajaba en la oficina vasca y que se había quedado a vivir en Holanda. Se instalaron en Rotterdam y hasta hoy, salvo la temporada en que regresaron a Galicia para dar a luz a su hijo Nicolás. Alejandra manifiesta que en Holanda el trabajador acude a su empleo motivado, algo que quizás no se da en España.