Acostumbrados al frío de la acampada en la calle, los afectados de Novagalicia Banco agradecieron el calor del salón de plenos del Concello de Moaña durante la primera noche de encierro. La sala principal del consistorio es, desde el miércoles, un recinto acogedor en el que la plataforma de afectados comparte un pensamiento desesperado: "Queremos de inmediato nuestros ahorros y continuaremos presionando hasta que nos devuelvan el dinero". Arropados por los políticos de la corporación, la plataforma pasó una primera noche en la que no faltaron los temas económicos, el temor a las quitas y críticas hacia el sistema de arbitraje.

Después de la suspensión del pleno, el clima se distendió y tanto afectados como políticos tomaron asiento para afrontar las primeras horas de la noche. Al lado de las sillas, algunos de los asistentes escondían cajas de galletas, chocolatinas o incluso bocadillos que se convirtieron, junto con la comida del carrito encargada por el alcalde José Fervenza, en la primera cena oficial dentro de la sala de plenos. "También nos trajimos polvorones que sobraron de Navidad para comerlos todos juntos", bromeaban un grupo de afectados. También hubo asistentes que sacaron a relucir curiosas zapatillas de andar por casa para hacer que el entorno adquiriera una esfera más doméstica.

Para afrontar la primera noche, la corporación y los representantes de los damnificados agudizaron el ingenio. En el consistorio había barajas de cartas, decenas de libros, revistas de moda, móviles de última generación y una buena recopilación de anécdotas. "Algo tendremos que hacer para pasar el tiempo, son muchas horas encerrados en un sitio y nos queda mucho por delante, nosotros lo sabemos bien que llevamos meses con la acampada en la calle, que aún sigue en pie", explicaban.

Con el paso de las horas, los síntomas del cansancio hicieron su aparición. Algunos comenzaron a dejar el salón de plenos a partir de las seis y media de la mañana y al amanecer, comenzaron a llegar los relevos. Varios miembros de la corporación, incluyendo el equipo de gobierno, se fueron de la sala con el alba. Muy pocos lograron conciliar el sueño en las sillas del salón de plenos durante las horas de concentración. "Llevo 24 horas de protesta, estuve en el turno del cajero en la oficina central, que también sigue adelante, y pasé aquí toda la noche hasta las dos de la tarde. Después de comer volveré", explica Marcelino Pérez.

Su compañero Manuel Rosales estuvo durante las primeras horas de encierro y, después de marchar a su casa, llegó en el turno de mañana, justo "a la hora del desayuno". Este afectado asegura que "me gustaría venir más horas, pero no puedo por enfermedad. Pero seguiremos aquí hasta la muerte, yo vengo siempre que puedo".

Para celebrar la Semana Santa, los afectados tomaron unos trozos de roscón de Pascua acompañado de café recién hecho a lo largo de la mañana. Entre ellos, también había varios compañeros que ya recibieron sus ahorros después de entrar en el proceso de arbitraje pero que acudieron al encierro en el salón de plenos "por solidaridad". "Ahora hay que seguir presionando, seguiremos juntos hasta el final", concluyen.