Fue en el año 2010 cuando hablamos por primera vez con Antonio Cordeiro en las Malvinas. Por aquel entonces estaba ayudando a un marinero de Aldán, Jesús Carballo, encarcelado en Port Stanley, para que fuera repatriado y pudiera cumplir en España la condena por tráfico de drogas. La policía británica había localizado en su camarote 30 kilos de cocaína. En aquel momento demostró unas dotes diplomáticas que contrastan con el rechazo que le produce la idea de que las Malvinas puedan volver a ser Argentinas. Antonio Cordeiro trabaja en Port Stanley desde hace 25 años. Él y su hijo, ahora mismo en Inglaterra, son los dos únicos gallegos de estas islas atlánticas. Bueno, Antonio Cordeiro matiza y afirma que hay una veterinaria, que fue contratada por un matadero, que también es gallega, aunque está a punto de regresar a España. Cuando se le pregunta la razón por la que en el referéndum para decidir si las islas siguen bajo soberanía británica, votó a favor, como lo hizo más del 90% de la población, Antonio Cordeiro no lo duda. "Es muy sencillo. Lo último que le podía pasar a las Malvinas es que fueran argentinas. Es como si Ceuta o Melilla pasan a ser de Marruecos. Tengo la misma opinión respecto a Gibraltar", se apura a decir este vecino de O Hío plenamente integrado en la tranquila y dura vida del archipiélago en disputa. "Estaría loco si votara lo contrario. Además, ahora hay un pequeño caladero aquí donde pueden pescar los barcos españoles con licencia, si las islas pertenecieran a Argentina esto se acabaría. ¡Pero si no son capaces de administrar sus propios recursos. Un país tan rico! Antonio Cordeiro afirma que el nivel de vida en las Malvinas es bueno y que "aquí la gente es seria". Comenta que son muy pocos los argentinos que viven en el archipiélago y asegura, sin temor a equivocarse, que los isleños tampoco quieren la soberanía argentina. Apunta que la cultura de las islas es prácticamente británica y se atreve a decir que mucho más que en Gibraltar. "Después de la guerra si vio quien protegió a las islas y quien no", comenta Cordeiro, que se antoja un apasionado de lo británico. Pero trata de dejar claro que sus palabras no son la consecuencia de un estómago agradecido, sino que es fruto del análisis de 25 años de convivencia con los ingleses. Antonio Cordeiro cuenta ya con 65 años. Su jubilación está a la vuelta de la esquina y será a una casa de Aldán a donde regrese.