Desde el viernes 7 de diciembre, los afectados por las preferentes y subordinadas de Cangas acampan en el cajero y en las inmediaciones de la sucursal central de Novagalicia en Cangas, en la calle Eugenio Sequeiros, y desde el miércoles lo hacen también en la oficina central de Moaña, en Concepción Arenal. Aquella primera acampada de Cangas que comenzó Antonio Graña durmiendo en una tienda en la acera y Soledad Pardo en el cajero, se ha convertido en un auténtico campamento en el que desde el sábado hay una caseta de obra en la que, por ahora, no duerme nadie porque carece de luz pero en la que ayer se colgó un cartel que anuncia un proyecto de demolición. Será el que hoy, a partir, de las 10 de la mañana, hagan de forma simbólica varios afectados vestidos con sus monos, para demoler Novagalicia. En el cartel reza: "Concello de Cangas, proxecto de demolición de Novagalicia y Caixa Galicia, licencia 006, licencia para matar" con los responsables del banco como arquitectos y aparejadores del banco y bajo la construcción de "Demolicións carotas S.L".

Soledad Iglesias y otro compañero afectado durmieron en la noche del sábado en el cajero de Cangas, mientras que Antonio Graña lo hizo en su tienda aguantando las trombas de lluvia. Para ella ya fue la segunda vez que pernocta en estas condiciones. Dice que durante la madrugada reciben visitas y que la gente que acude al cajero a retirar dinero se muestra muy respetuosa y solidaria con ellos y les dan ánimos: "Tenemos que presionar por donde sea", asegura Soledad cuyo turno de protesta se extendió desde las once de la noche del sábado, después de haber trabajado todo el día en su negocio de peluquería, a las 8 de la mañana del domingo. Durante el día hubo más relevos y por la noche estaba previsto que durmieran Ana Rodal y su marido en el cajero y Sonia Pardo en la tienda.