Los oficios de molinero y carpintero son el colectivo más numeroso con un total de 21 los primeros y 17 los segundos. Lógicamente, Coiro tiene el mayor número con 15 y Cangas con 2, hay que añadir 4 molineras, 2 de Cangas, 1 de Darbo y otra de Coiro. Como dato curioso diremos que hemos hallado dos labradores en Coiro con los nombres de Fausto: Fausto Costas y Fausto Santos ¿Acaso guardarán alguna relación con el popular Molino de Fausto? En cuanto a la vida artesanal la componían los carpinteros, señalaremos que 9 tienen su lugar de trabajo en Cangas, 6 en Coiro y 2 en Darbo. En el gremio de la aguja señalaremos la existencia de 4 sastres en Cangas, 3 domiciliados en Coiro y 1 en Darbo.. Talleres de Zapateros hay en total 7, uno de ellos en Coiro, todos trabajan de "nuevo y remiendo" Las ocupaciones femeninas se reducen casi en su totalidad a la de hilanderas, pues la rueca era la ocupación general en sus ratos de ocio de las mujeres. Desde niñas debían tejer poco a poco lo que más tarde sería su ajuar de novia. Solo cuatro mujeres dicen ser costureras, una palillera y modistas, Dª. Segunda Zabala y sus hermanas. Cuenta la villa con abastecedor de carne de vaca, Juan de Lavandeira y una sola Carnicería, la de Tomasa Portabales denunciada varias veces por sus abusos pues según los vecinos robaba en el peso. En el servicio doméstico se recuentan 5 calificados de sirvientes, excepto una, todos son varones, tres de ellos asisten en Cangas y 2 en Darbo . Uno se ellos se llamaba Genaro Restituto Fernández , servía en Darbo, de estado soltero y contribuía con 1 real.

Funcionariado

El Ayuntamiento exceptuando el servicio médico, enseñanza, secretario municipal y un alguacil para los recados, con una miserable paga de 160 reales al año, no contaba ni podía sostener a personal alguno debido a sus menguados ingresos. Los ediles no percibían ningún tipo de honorarios por su asistencia a las sesiones del Ayuntamiento, sus cargos se consideraba honoríficos, de ahí que quienes aceptaban este trabajo eran siempre individuos de reconocida solvencia económica que no debían precisar de remuneración alguna. El Ayuntamiento en ocasiones debía hacer verdaderas cávalas para devengar trimestralmente las pagas a sus limitados funcionarios. En sesión de enero del año anterior 1859, se toma el acuerdo de suprimir los 2.700 reales en medicamentos que se venían suministrando a los pobres enfermos del cólera. Es más, el cirujano Romay se negó a prestar sus servicios médicos y pedir la dimisión por considerar su paga de 200 ducados (2.200 reales) anuales de insuficiente. El descontento era también con los docentes, no ya por exigua nómina sino porque transcurrido el trimestre se les adeudaba la paga alegando las arcas vacías Los servicios religiosos los regentaba D. José Martínez, párroco de la Villa. En Darbo, D. Manuel Fandiño y en Coiro, D. José Pérez. Fuera de estas tres instituciones, la sociedad y autoridades consideraban como algo habitual y lógico que los dineros municipales sostuviesen en buena medida muchos de los actos religiosos, sobre todo, los de Semana Santa, lo que contribuía una carga adicional a los ya menguados presupuestos en perjuicio de la Beneficencia y Enseñanza.

Onomástica

Los nombres más comunes a mediados de siglo XIX con los que se bautizaba a los cangueses, seguían invariablemente la tradición del santoral católico poniéndole al neófito el nombre del padrino o algún familiar próximo. (Los apelativos todavía no habían sido contaminados por las telenovelas sudamericanas o cine norteamericano). Los nombres predominantes son los de José con 189 casos y Manuel con 124. Abundan los compuestos como José Manuel, José María , José Antonio…, menos del centenar están los de Francisco con 89 casos y Juan con 46. Le siguen los de Joaquín con 30, Domingo 28, Antonio 27, Pedro 21, Alejandro 20, Benito 19 y Ramón con 12. Ya en menor medida los de Andrés, Agustín, Ángel, Bernardo, Jacobo, Roque, Eugenio, Carlos y Serafín. Los de 2 casos son Gregorio, Ignacio, Cándido, Genaro, Isidro, Julián, Luís, Rosendo, Ricardo, Salvador y Fausto (este último son los dos residentes en Coiro, Fausto Costas y Fausto Santos, ambos labradores, el 1º con 8 hijos y el 2º con 2.). Los nombres de un solo caso en toda la villa son Aquilino, Agapito, Blas, Baltasar, Benigno, Basilio, Plácido, Jesús, Hipólito, César, Claudio, Dionisio, Elías, Esteban, Eduardo, Jacinto, Restituto, Simón, C Santiago, Nicolás, Gabino, Pascual, Valentín y Víctor. En la onomástica femenina, nos hemos encontrado con una grave dificultad. En los padrones municipales figuran siempre los cabezas de familia, de ahí nuestra posible falta de rigor. Los datos extraídos son de mujeres viudas, solteras o trabajadoras, siempre cabezas de familia. Predominan en orden decreciente, los nombre de Dolores, Rosa y María, este último formando siempre compuestos para continuar con los de Josefa y Manuela, que siguen proporcionalmente en número a los hombres. En menor número también en orden decreciente los de Antonia, Francisca, Teresa, Rosa, Benita, Serafina, Bernarda, Dominga, Rosario, Rita, Rosana y Pastora . Le sigue una orla variada y singular de nombres todos ellos de un caso o dos a lo sumo: Adriana, Adelaida, Alejandra, Amalia. Andrea, Ascensión, Carolina, Constantina, Florentina, Genara, Inocenta (sic), Micaela, Margarita, Peregrina, Petronila, Regina, Segunda, Salvadora. Patronímicos Gran parte de los apellidos que aparecen en este censo vecinal de 1860, ya los encontramos en los siglos XVI y XVII. Otros se fueron incorporado fruto de nuevos asentamientos procedentes de lugares, unas veces próximos y otros de Cataluña y Valencia de finales del S. XVIII y XIX o bien de inmigraciones más recientes, algunos, tal vez,hoy desaparecidos