El "IBSA UNO" necesitó obras urgentes de acondicionamiento antes de ser remolcado para regresar a Noruega. Pero pese a su evidente mal estado, aquel ballenero que perteneció a IBSA y Massó Hermanos, fue recibido en Sandefjord en loor de multitudes y en medio de una sobresaliente expectación. La entrada en vigor de la moratoria en la caza de la ballena, el 1 de enero de 1986, significó el final de esta industria en Galicia y España y el desmantelamiento de la flota. Aunque sus dimensiones e importancia eran realmente humildes frente a potencias como Noruega, Rusia o Japón, lo cierto es que la actividad ballenera en Galicia se remonta a la Edad Media y estaba profusamente documentada por Bartolomé Sagrario Molina, conocido como el licenciado Molina, en su "Descripción del Reino de Galicia" de 1550.

El "IBSA UNO" estaba en Cee esperando vez en el desguace de Brens sin que nadie apostase por su conservación. Quienes sí se percataron de su valor y potencial fueron los noruegos, que conocían el barco porque originalmente fue construido para un armador nórdico. En cuanto supieron que iba a ser desguazado iniciaron una campaña para salvarlo. Algunas fuentes indican que la noticia llegó a Sandefjord, a 120 kilómetros al sur de Oslo, a través de un antiguo trabajador del ballenero que durante una visita a Galicia reconoció aquel barco y comenzó a moverse para rescatarlo. En la localidad noruega se abrió una suscripción popular para sufragar el traslado y luego antiguos trabajadores y marineros de la industria ballenera trabajaron como voluntarios en su restauración. Se invirtieron entre 70.000 y 80.000 horas de trabajo para convertirlo en un museo flotante y abrió al público en el año 1995. Inmediatamente se convirtió en una de las grandes atracciones del Hvalfagstmuseet, un museo dedicado a la ballena único en Europa.

Primeros propietarios

Si alguien se acerca hasta este enclave ballenero puede visitar el barco y recorrer su interior, restaurado con mimo y precisión. Pero no esperen ver sobre el casco el nombre "IBSA UNO". La restauración se completó al rebautizar el buque, que luce su nombre original: "Southern Actor", que se podría traducir como "actor del sur". El "Southern Actor/IBSA UNO" cuenta con una historia curiosa y con algún que otro sobresalto, un relato que recupera Felipe Valdés Hansen en su libro "Los balleneros en Galicia (Siglos XIII al XX)", editado por la Fundación Pedro Barrié de la Maza. El buque fue construido en 1950 en los astilleros ingleses de Smith´s Dock, en Middlesbrough. Su primer dueño fue el noruego Salvesen, propietario de la compañía escocesa Chr. Salvesen&Co. Su primer destino fue el Antártico, donde trabajó durante diez campañas asistiendo a las factorías flotantes "Southern Harvester" y "Southern Venturer" y capturó 1.929 cetáceos. Luego fue adquirido por la compañía Elling Aarseth, que lo registró con el nombre de "Polarbris 8", y en 1975 fue adquirido por la gallega IBSA.

IBSA y Massó Hermanos habían fusionado unos años antes su actividad ballenera y decidieron renovar su flota, retirando al final de 1976 al "Caneliñas", "Temerario" y "Cabo Morás". El "Polabris 8"/ "IBSA UNO" fue adquirido entre 1974 y 1975 en un lote junto al "Pol XIII" (luego IBSA DOS) y el "Star III" (luego IBSA TRES), tres buques por los que se pagaron más de 35 millones de pesetas de la época. En su libro, Felipe Valdés Hansen recuerda que las autoridades españolas pusieron algunas trabas debido a que los barcos superaban los diez años de antigüedad. La empresa contó con el apoyo de Manuel Fraga, en aquel momento embajador en Londres y que llegó a enviarle una carta a José María Massó informándole de sus gestiones. Aun así, la lentitud administrativa y la necesidad de acondicionar esa nueva flota retrasó su puesta en marcha hasta 1979.

El atentado de Marín

La estancia en Galicia fue quizás el periodo más convulso en la historia del primigenio "Southern Actor" y de los otros dos IBSA. El 27 de abril de 1980 los tres balleneros estaban atracados en el puerto de Marín, cuando a mediodía explotaron dos minas magnéticas con las que se pretendía hundir los tres barcos. Al parecer detrás de esta acción estaba la organización ecologista Sea Sheperd Conservation Society y el objetivo se cumplió a medias. Los IBSA UNO y DOS fueron los que se llevaron la peor parte, mientras que el TRES apenas sufrió daños. Los dos primeros fueron trasladados a la Escuela Naval de Marín y luego a un varadero de A Coruña para su reparación. La maniobra para reflotarlos le costó a IBSA más de 30 millones de pesetas y luego tuvo que renunciar a la reparación del "IBSA DOS" debido a sus graves daños. El "UNO" sí se pudo recuperar, pero después de una inversión de 45 millones. La adquisición de estos barcos se puede decir que no fue precisamente un buen negocio para la ballenera gallega, que tuvo que recuperar temporalmente al "Carrumeiro" y "Lobeiro"

Uno de los marineros que trabajó a bordo del "IBSA UNO" fue el cangués Plácido Montenegro, que recuerda el atentado de Marín y otro en Corcubión. "No caso de Marín estabamos listos e arranchados para saír ao mar ao día seguinte, que era un luns. Comemos a bordo e a iso das dúas da tarde baixamos a terra. Estabamos a tomar o café cando entrou alguén dicindo que botaran ao fondo dous dos barcos da balea. Comeramos a bordo e as bombas xa estaban postas, pero nós que sabiamos! Esperaron ata que baixamos todos para facelas estoupar", recuerda el cangués. El atentado de Corcubión, en 1979, fue distinto y los daños en el "IBSA UNO" y el "IBSA TRES" fueron mínimos. "Viñamos de arribar con vento do norte.Estaban os tres barcos, dous a par e un por detrás. A iso das dez da noite baixamos varios a tomar un café en terra cando sentimos coma un temblor. De repente entrou unha persoa no bar para dicir que acababan de botar unhas bombas. Había xente a bordo, pero as botaron no auga. Aquilo foi para asustar", explica más de treinta años después.

Una oportunidad perdida

El "IBSA DOS", el "Carrumeiro" y el "Lobeiro" fueron hundidos en 1983 frente a las costas gallegas para ser convertidos en arrecifes artificiales. Antes ya habían desaparecido el "Caneliñas" y el "Temerario", que tras concluir sus servicios en 1976 permanecieron en Cangas hasta 1978 y se desguazaron en A Coruña. Lo mismo le ocurrió al "Cabo Morás" en 1985 y al "IBSA TRES". Con independencia de los argumentos a favor y en contra de la caza de las ballenas, lo cierto es que Galicia dejó pasar entonces una oportunidad inmejorable de conservar un patrimonio vinculado a su tradicional relación con el mar y que en el caso de la ballenería se remonta al siglo XIII.