"Mi marido tenía una empresa del sector naval, en Vigo, que en su momento más álgido tuvo 70 empleados. Todo iba bien hasta que el naval comenzó la crisis. La carga de trabajo era menor cada día y la empresa cerró en 2009, acuciada por los bancos y las deudas", relata R.P.M, de 39 años de edad, vecina de Cangas, aunque natural de Moaña. De vez en cuando los ojos se le humedecen pero se repone de inmediato. Está dispuesta a luchar a ir de un lado a otro para mantener su actual vivienda, sobre la que pesan tres ejecuciones hipotecarias de tres bancos diferentes. El Banco Santander le reclama 200.000 euros, el Banco Gallego, 12.000 y Novagalicia, 30.000 euros.

Comenta R.PM. que la hipoteca de su casa la tiene al día. Paga cuotas de 410 euros desde que firmó con su marido la misma, en el año 1999. Pero afirma que este mes ya no podrá hacer frente a la cuota. Está en paro y tiene dos hijos, una joven de 15 años de edad y un niño de 3 años. Su marido A.O.L., de 45 años de edad, encontró trabajo en una empresa de mantenimiento, donde cobra 800 euros mensuales, que es de lo que viven y de la ayuda de sus padres.

El miércoles le vino denegada la dación en pago (dar la vivienda y no deber nada si en la subasta del inmueble no alcanza la deuda) que pidió de palabra y también la posibilidad de realquilar la vivienda.

Esta vecina de Cangas perdió su timidez dando la cara en los momentos duros. Es consciente de que si un milagro no lo remedia muy pronto quedarán en la calle, sin posibilidad económica para acceder a una vivienda, pero no se piensa rendir. Ha aprendido a moverse entre la maraña burocrática de las entidades bancarias y de la justicia. Lamenta que tenga que compartir estos momentos con sus hijos. Su hija mayor es consciente del problema, que según su madre le está afectando en sus estudios. Sus notas han bajado y le es imposible mantenerse al margen del calvario que viven sus padres, a los que les cuesta llegar a fin de mes. "Me dice que esté tranquila, que no pasa nada, que no le importa, pero sé bien que le es imposible abstraerse de lo que nos está pasando".

Aunque mucho tiempo lo ocupa con deshacer la madeja de la hipoteca, hablando con afectados de uno y otro sitio para econtrar alternativas, ella sigue buscando trabajo, igual que su marido, que aún intenta conseguir trabajos relacionados con el sector naval.

Comenta R.P.M. que en estos momentos se necesita ayuda de personas que hayan pasado por este amargo trago, de ahí que apoye el nacimiento de una plataforma de afectados. "Cuando empezó todo fuimos a un abogado de pago. Lo primero que nos dijo es que fuéramos buscando otra vivienda. Después tramité todos los papeles para conseguir un abogado de oficio. Cuando estaba en esa fase tuve que acudir a las dependencias del juzgado de instrucción número 1 de Cangas para entregar una documentación. Nunca me sentí tan vejada como ese día por el funcionario que me atendió. Cuando marchaba me gritaba con que no iba a parar el desahucio, cuando yo había acudido a entregar una documentación para obtener abogado de oficio. Marché para casa con una crisis de ansiedad, pero aún así tuve fuerzas para acudir al día siguiente al juzgado a presentar una reclamación. Fue el 27 de octubre, y aún no obtuve contestación". El funcionario que trató de esa manera a R.P.M. tiene plaza en Vigo y está expedientado.

Ha sacado fuerzas de flaqueza y se ha puesto a luchar, aunque de vez en cuando, aún le tiembla la voz.