A principios de diciembre del año 1973 una dorna y un bote polbeiro "zarparon" desde Bueu con rumbo a Barcelona. No fue una singladura al uso, sino que fueron trasladados en un camión hasta el Museo Marítimo de la ciudad catalana, donde sus responsables los esperaban con los brazos abiertos y hasta con la intención de convertir a estos dos barcos en los "Reyes" de su colección de fondos. Hoy en día está claro que las dos embarcaciones no han llegado a tal estatus, reservado quizás para la réplica de la Galera Real que comandaba en 1571 Don Juan de Austria en la batalla de Lepanto, pero sí que forman parte de la exposición permanente y de la amplia colección de barcos del prestigioso museo barcelonés. Ésta es una prueba más de la importancia del patrimonio marítimo y etnográfico del litoral gallego y de la necesidad de seguir en el camino de su protección, conservación y recuperación.

El envío de la dorna y el polbeiro fue en realidad una donación de José María Massó, que entonces aún dirigía junto a su hermano Gaspar la conservera Massó Hermanos. El empresario había dejado dos años antes la Alcaldía de Bueu, que ostentaba desde 1939. En una carta fechada el 1 de diciembre de 1973, que obra en los archivos del Museu Marítim, José María Massó le comunica al entonces director de la institución barcelonesa, José María Martínez-Hidalgo, la donación de "dos barcos representativos de esta costa y que hace algún tiempo te prometí enviar". "Van como un regalo de mis hijos y mío para este gran Museo y que tú tan formidablemente diriges", dice en otro pasaje de la carta.

El propio Massó explica algunas de las características de ambas embarcaciones. Se refiere en primer lugar al "polveiro" [sic], llamado "José" y en el que se incluía "un vivero, pues igualmente se dedicaba a la pesca de cordel". En sus explicaciones queda también patente el lugar que ocupaba en aquel momento en la pesca de bajura: "Es barco prácticamente desaparecido, pues en el censo se dice que no encuentro [sic] ya más de cuatro ó cinco". Al parecer, el empresario en aquella época estaba inmerso en la redacción de un trabajo sobre los barcos tradicionales de la costa gallega porque a continuación indica que "en un estudio que estoy haciendo de los barcos de Río Miño a Finisterre, lo remonto a los siglos XI ó XII, o quizás más, según estoy descubriendo". Añadía que "aún a principios de este siglo había unos de la misma construcción y de unos nueve ó diez metros de eslora, dedicados a la pesca de la merluza y abadejo […] y también dedicados a la pesca de la sardinas con xeito", precisando que "los catalanes solían tener varios para alimentar sus propios almacenes de salazón".

La otra embarcación que José María Massó y sus hijos donaron al Museu Marítim de Barcelona es "la célebre dorna, del mismo sistema de construcción que los vikingos, pero posterior a las incursiones que hicieron en esta costa", explica en la misiva. Aunque en aquel año 1973 todavía había muchas dornas Massó auguraba entonces que "es barco que no tardará en desaparecer". En este caso no ahorra elogios a la hora de referirse a las características y prestaciones de la dorna: "Es marinero y ciñe bien, se dedica a la pesca del pulpo y a la del cordel, y tiene vivero para ´encarnada´ viva", explica en su carta a José María Martínez-Hidalgo. Al director del museo catalán también le apunta que "hasta mediados de este siglo había unos grandes que se dedicaban a la pesca de la sardina al xeito" y que "la actual dorna debió sufrir una gran transformación al ponerle el actual timón, que no fuese más allá del siglo XIV".

El recibimiento

El "regalo" enviado desde Bueu tuvo una rápida y una pronta respuesta porque el 6 de diciembre de ese año 1973 José María Martínez-Hidalgo escribe dos cartas en su calidad de director del Museo Marítimo de Barcelona [la denominación oficial de Museu Marítim es posterior]. La primera es al propio José María Massó y en la que le comunica que las dos embarcaciones se encuentran ya en la capital catalana y en el interior del propio museo, situado en la Avenida de las Drassanes [a escasos metros del monumento a Colón]. Es en esta misiva en la que Martínez-Hidalgo le asegura a Massó que "el polveiro [sic] y la dorna serán los Reyes del Museo Marítimo" y le pide una vela para completar la dorna. Al mismo tiempo le solicita que le remita un nuevo escrito con "una pequeña nota sobre tu familia y su vinculación a Cataluña. Con este motivo pienso escribir algo en La Vanguardia sobre vosotros y vuestro Museo ¡qué bien lo merecéis!", afirma.

La otra carta que escribe ese 6 de diciembre de 1973 José María Martínez-Hidalgo está dirigida al presidente de la Diputación Provincial de Barcelona, una institución que forma parte del Consorcio de las Atarazanas Reales que gestiona el museo. En la misma le informa de la donación efectuada por José María Massó y explica que la dorna y el bote polbeiro "tienen especial interés histórico y técnico, ambas embarcaciones son de tamaño natural y hasta hace poco estaban pescando en la costa gallega". Retoma las explicaciones ofrecidas por Massó para recordarle al presidente provincial barcelonés que "la dorna es de origen vikingo y por ello es el barco de construcción más antigua que se conserva en la Península". El director del Museu Marítim de Barcelona estaba convencido de que el "donativo es de gran valor y muy interesante para el propósito de presentar las embarcaciones más representativas de nuestro litoral".

El polbeiro y la dorna constan en el inventario del museo barcelonés con los números 13.692 y 13.693 respectivamente y cada uno de los barcos en su día fue objeto de una valoración económica de 50.000 y 60.000 pesetas de la época. Ambas embarcaciones forman parte de una colección de más de medio centenar de barcos "que han navegado de verdad y que le aportan al museo un valor casi mágico", explica Enric García i Domingo, desde la Dirección Técnica del Centro de Documentación Marítima del museo.

Ampliación del Museu

Sin embargo, en estos momentos ninguno de estos barcos se halla en las instalaciones del Museu Marítim. El edificio está en pleno proceso de restauración y mejora, lo que conllevará una remodelación del proyecto museográfico. Todos los fondos, excepto la réplica de la Galera Real [60 metros de eslora y 30 remos por cada banda], están fuera de Barcelona, en un almacén a la espera de la reapertura integral del museo. "Esperamos que eso sea en el horizonte del año 2013-2014 y aunque no es posible avanzar el proyecto museográfico porque todavía está en definición es muy probable que el bote polbeiro y la dorna tengan un papel muy importante", precisa García i Domingo, que afirma que una de las "líneas maestras" de la institución es la protección de los barcos tradicionales. A lo largo de estas casi cuatro décadas las embarcaciones donadas por la familia Massó se expusieron en distintas salas y relacionadas con diversas temáticas, como la pesca tradicional o la construcción naval.

El inmueble que alberga al Museu Marítim es otra joya en sí mismo. Se trata de uno de los edificios del arte gótico-civil más importantes y mejor conservados y que se dedicó a la construcción naval entre los siglos XIII y XVIII. Aquí se construyó en 1568 la Galera Real, considerada como la nave capitana de la Santa Liga que formaron España, Venecia, Malta y los Estados Pontificios para luchar contra los turcos en la batalla de Lepanto, el 7 de octubre de 1571. La réplica que se guarda en el interior se empezó a construir en 1967 y se terminó para la celebración del cuarto centenario de la batalla. La Generalitat aprobó por decreto en octubre de 1936 la creación del Museo Marítimo de Cataluña, pero debido a la Guerra Civil su apertura no fue posible hasta enero de 1941 y ya bajo el nombre de Museo Marítimo de Barcelona. Las Atarazanas fueron catalogadas en 1976 como Monumento Histórico-Artístico y desde 2006 cuentan con la declaración de Museo de Interés Nacional.

Biblioteca

El Museu Marítim cuenta con una gran biblioteca, que incluso en esta época de obras y reformas se mantiene abierta, y entre sus fondos hay al menos dos volúmenes también donados por José María Massó. Junto a las dos embarcaciones ya citadas el empresario regaló a la institución un libro de su hermano Gaspar, titulado "Origen y desarrollo de la industria conservera en Galicia", editado en marzo de 1967 e impreso en Artes Gráficas de FARO DE VIGO. Se trata de una obra premiada en un concurso nacional del entonces Banco Bilbao y que recoge artículos publicados en FARO y que se completa con un apéndice sobre la gastronomía del pescado. La edición incluía un prólogo de Francisco Javier Sánchez Cantón, en aquel entonces director del Museo del Prado y miembro de la Real Academia Española (RAE). El otro volumen donado por la familia Massó es un libro de grabados de Conde Corbal titulado "La dorna y los que viven de ella".