Más que para avanzar en su construcción, los últimos cuatro años han servido para que la piscina cubierta municipal se haya deteriorado hasta el punto de que habrá que destinar dinero para reconstruir parte de lo que ya estaba hecho. El cambio de Gobierno municipal, a mediados de 2007, marca el punto de inflexión de este proyecto que Movex Vial decidió abandonar ante la imposibilidad de cobrar cuantiosos trabajos realizados para el Concello, y perder la esperanza en una solución a corto plazo.

La foto de ahora es la misma de entonces. Aunque más vieja, ya que la estructura, la cubierta y los vasos de la piscina que están hechos, al igual que parte del recubrimiento interior de madera, sufren el paso del tiempo, la ausencia de muro perimetral y la visita de algunos amigos de lo ajeno que se llevaron piezas y elementos de valor. Además, el coste se ha duplicado, pasando de 1,8 millones de euros a 3,4 millones, aunque no se ha desembolsado un duro, porque el proyecto está pendiente de modificación.

Fruto de convenio

La idea de la piscina surgió ligada al "boom" por recuperar el pasado ballenero de Cangas, que incluía también un museo en O Salgueirón y otras actuaciones financiadas, en parte, con dinero adelantado a cuenta del convenio urbanístico de Massó, 1,5 millones de euros. La piscina tendría forma de cetáceo, requirió el alcalde Sotelo, el arquitecto Alfonso Penela lo plasmó en el proyecto y Movex ganó el concurso que se disputaba con Covsa para ejecutarlo.

El cronograma iba según los previsto. Las obras avanzaban a un ritmo que hacía prever que estarían listas para la cita electoral de 2007, aunque la empresa constructora bajó el pistón a medida que las deudas municipales se acumulaban, ya que el Concello prefirió destinar los 1,5 millones a saldar otros compromisos. "Van a la caja única", repetía entonces el teniente de alcalde, Carlos Vázquez Marinelli. El PP perdió la Alcaldía y la ballena de hormigón, una carga demasiado pesada para el Concello, continúa varada.