La relación de Moaña con Libia se remonta a los años 80. El empresario de Narón (A Coruña), ya fallecido, Jesús Fernández Pita, un hombre polifacético y emprendedor adelantado a su tiempo, había iniciado contactos en el país, sometido ahora a una gran revuelta, al que llegó a exportar en 1986, desde su vivero de Ferrol, 3.000 plantas de castaños resistentes a la tinta y el chancro para comprobar su adaptación y frenar el desierto, tal y como recuerda su hijo, Rafael Fernández Veiga, que ha seguido, tras la muerte de su padre en 1987, los contactos con Libia, como mediador buscando empresas que quieran trabajar en el país.

Tras aquel primer contacto, surgieron otros, incluso una delegación libia viajó en 1986 a Galicia y Asturias, en un recorrido que les llevó hasta el Cruceiro de O Hío, en Cangas. Se iniciaron una serie de trabajos para desarrollar el sector pesquero en el país norteafricano. El gobierno libio quería crear una gran industria pesquera y Fernández Pita, ya acompañado por su hijo, buscaba empresas pesqueras gallegas que quisieran ir a los caladeros libios. Ahí empezó la relación con el moañés Xosé Currás, cuya familia disponía en ese momento de barcos de pesca, y que aunque descartaron desplazarlos a estas aguas, mantuvo la relación, de amistad y empresarial, como buscadores de empresas, con Rafael Fernández Veiga, que solo tenía 19 años cuando hizo su primer viaje a Libia. Este próximo mes de marzo tenían previsto viajar al país, con un asesor jurídico, y ya tramitaban los visados, porque habían entablado contacto con una empresa portuguesa que estaba dispuesta a invertir en la construcción en el país,. En 2009, asegura Rafael Fernández, había un déficit de entre 450.000 y 500.000 viviendas para una población de 6 millones de habitantes. Ese viaje ha tenido que paralizarse debido a la revuelta que vive el país.

Xosé Currás y Rafael Fernández Veiga llevaron a cabo estos últimos años una serie de trabajos de asesoramiento y de difusión de las posibilidades de trabajo en este país, que ambos admiran, Rafael Fernández desde la experiencia de su padre y de sus múltiples viajes al territorio del famoso gobernante Muammar el Gadaffi; y Currás desde Moaña. Aquellos primeros trabajos tuvieron resultados muy escasos debido al embargo que imperó durante diez años en Libia. Los trabajos se retomarían a finales de los 90 y a punto estuvo de fructificar un ambicioso plan de construcciones navales en España (principalmente en Galicia y País Vasco) al amparo de los planes en la Unión Europea de desarrollo de la cuenca mediterránea. Pero al final, la UE reitró a Libia como beneficiaria y el plan libio de renovación y ampliación de la flota (alcanzaba unas 150 unidades al principio de esta década) se hizo a favor de astilleros y empresas coreanas y chinas. Desde entonces han mantenido contactos siempre que les han pedido informes sobre empresas españolas, capacidades, contrataciones... A finales de 2007, y a raíz de la normalización de la situación tras el bombardeo de abril de 1986 por parte de Estados Unidos y el embargo posterior, una comisión libia viajó a España y Rafael Fernández les acompañó por todo el territorio entablando contactos y contratos con empresas de los sectores agrícolas y de construcción. El empresario viajó en 2009 a Trípoli con una delegación española para ponerlos en relación con representantes empresariales libios y ahora es cuando preparaban el viaje con empresas portuguesas y españolas para formalizar contratos, que esperan poder retomar en breve, dice Rafael Fernández.

Con esta revuelta, ha vuelto a la memoria aquel 15 de abril de 1986, cuando Estados Unidos bombardeó las ciudades de Trípoli y Bengasi, en represalia por el atentado con bomba en una discoteca de Berlín, en el que murieron dos militares de Estados Unidos y una mujer turca. Rafael Fernández Pita estaba entonces en Libia. Su hijo recuerda que en aquel bombardeo murió la hija adoptiva de Gadaffi, a la que su padre dedicó una poesía que recogió la prensa oficial libia. Las crónicas internacionales, destacaban, como curiosidad, la de un español que apareció en la contraportada del periódico Samahiriya, de Trípoli, con una poesía dedicada al coronel el Gadafi. El español, autor de "La paloma blanca", era Jesús Fernández Pita. La poesía decía: "¡Cuántas manos blancas/ y cuántas morenas/lograron sacarla/cubierta de lodo/del de agua/en donde los cuervos/quisieron matarla/ a nuestra paloma/la paloma blanca!".

Pita -militar retirado- fue todo un personaje. A finales de los 70 y con el asesoramiento del ingeniero del Centro Agrónomo de Investigación de Guísamo, Pedro Urquijo, que trabajaba en una línea de patrones vegetales de castaño, creó en 1978 la Cooperativa para el Fomento de Árboles Nobles (Cofan). A esta cooperativa se añadieron otras dos de granjas marinas y de electrónica e informática. Fernández Pita viajó por Europa para estudiar los sistemas de producción agropecuaria, fórmulas de asociacionismo y las granjas marinas de rodaballo en Suecia y en 1982 también se desplazó a Japón a una feria en donde Toyota presentó su primer robot humanoide. Quería conocer de primera mano también el futuro de las nuevas tecnologías y las granjas marinas de cría de pescado japonesas. Entonces ya apostaba por la necesidad de la aplicación informática.

El primer viaje de Jesús Fernández Pita a Libia supuso ya la apertura de un contacto que duraría hasta su muerte y que sigue su hijo Rafael que, con 19 años, participó en la visita que una delegación libia realizó en 1986 a Galicia y Asturias para el estudio de posibles modelos de desarrollo en el ámbito agropecuario y marino. El interés que despertó en los técnicos libios que viajaron, dice Rafael Fernández, fue grande: "Hasta Galicia viajaron el representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de Libia, Sr. Karim; el doctor Saad, catedrático de la Universidad de Trípoli donde sigue impartiendo clases en la actualidad, e investigador del Centro de Investigación Apropecuaria de Trípoli", el doctor Fawzi, del mismo Centro; y el Sr. Joseph, que actuó de intérprete".