Si alguien tenía alguna duda de que Pueblanueva del Conde era trasunto de Bueu, esa incertidumbre quedó definitivamente resuelta con el rodaje para Televisión Española de la trilogía de "Los gozos y las sombras". La villa de O Morrazo fue una de las localizaciones elegidas en Galicia a la hora de llevar a la pantalla la novela realista de Gonzalo Torrente Ballester. "Empezaron a grabar más o menos en el carnaval de 1981 y la emisión de la serie comenzó por esas mismas fechas del año 1982", recuerda con gran precisión Antonio Quintela, del restaurante Casa Quintela. Este establecimiento fue una especie de base de operaciones durante el rodaje ya que los actores y los técnicos acudían casi todos los días a comer allí. Antonio, que en aquel entonces tenía solo 16 años, fue uno de los muchos vecinos que participó como extra en algunas escenas.

Petís, Pescadoira, la antigua plaza y la lonja, el puerto, el Pazo de Santa Cruz... son solo algunos de los lugares que aparecen a lo largo de los trece capítulos de los que consta la producción. Los habitantes de Bueu tuvieron la oportunidad de compartir cámara e historias con Eusebio Poncela (Carlos Deza), Charo López (Clara Aldán), Carlos Larrañaga (Cayetano Salgado), Amparo Rivelles (doña Mariana Sarmiento), Santiago Ramos (Juan Aldán) o Manuel Galiana (Paquito El Relojero). "Andaban por allí con nosotros y la verdad es que eran personas muy amables, nada orgullosos o altaneros", cuenta José Cabaleiro "Lalo", un vecino de A Graña que también participó en el rodaje.

Antes de comenzar la grabación se pusieron carteles por la villa solicitando la colaboración de los vecinos para actuar como extras. Una de las escenas en las que más personas aparecen está en el inicio del primer capítulo, con una marcha de los pescadores (afiliados a la CNT) y que acaba en un enfrentamiento con los trabajadores del astillero de Cayetano, que eran de la UGT. "Había anotadas 60 personas, pero al final solo aparecieron la mitad y el director [Javier Moreno de Alba] se cogió un gran cabreo. La verdad es que el hombre tenía bastantes malas pulgas y cuando se enfadaba tiraba al suelo su gorra", rememora Antonio Quintela. Para salir del paso lo que hicieron fue caracterizar a los extras primero como pescadores y luego como obreros del astillero, para montar luego las imágenes en estudio. Antonio recuerda que esa escena hubo que repetirla varias veces por su culpa. "Estábamos en la pelea y se suponía que había que estar serios, pero yo no podía parar de reír. Y de repente se escucha al director: ´¡Corten! A ver ese rubio al que le da la risa, ¿no es capaz de estarse serio´, recuerda con una sonrisa. En esta secuencia también participó Manuel Regueira Estévez, un taxista que luego vendió el taxi y anduvo embarcado. "Yo tenía que amedrentar al personaje del Cubano, el que tenía una pierna de palo. La verdad es que me acerqué tanto que casi lo tiro", explica. De lo que tampoco se olvida es del "corte de pelo que me metieron".

Otra de las secuencias más numerosas se desarrolló en el entorno de la antigua lonja, con la participación de pescantinas, y donde se incluye un nuevo guiño al referente real de Pueblanueva del Conde cuando alguien grita "¡Pescado fresco de Bueu!".

El rodaje en realidad comenzó en diciembre de 1980 y se prolongó hasta julio de 1981, aunque en Galicia solo se grabó durante dos meses y los interiores se rodaron en Madrid.Además de Bueu también hay escenas en Aldán, Marín (donde se localizaron los astilleros), Pontevedra y O Grove. Precisamente en una de ellas tuvo especial protagonismo José Cabaleiro "Lalo". Se trataba del entierro de doña Lucía, la mujer del boticario (don Baldomero). "Rodamos en el cementerio de San Benito del Lérez. Yo iba a ser el enterrador, pero de repente me dicen que voy a hacer de sacerdote. ´¿Pero cómo voy a hacer de cura yo? Usted no se preocupe, que nosotros le damos una sotana y usted reza un responso´, me acuerdo que me dijeron", relata Lalo. No lo hizo mal porque la escena solo tuvo que repetirse una vez: "Por la parte de atrás había unas mangueras por las que iban a echar agua para simular que llovía. Se suponía que en cuanto empezase a llover tenía que marcharme para acabar el entierro, pero la primera vez lo hice antes de tiempo. Creo que no me quería mojar", explica divertido.

Lalo era albañil de profesión y trabajaba con José Nacidas, que también participó en la serie y se convirtió en un imprescindible que se encargaba de llevar el carruaje. Recuerdan que en otra ocasión miembros del equipo técnico del rodaje les preguntaron si conocían a algún albañil para hacer algunos arreglos en el Pazo de Santa Cruz. "Les dijimos que nosotros mismos éramos albañiles y entonces nos mandaron ir al pazo para arreglar unas ventanas y hacer que pareciesen viejas. Lo que hicimos fue pintarlas y luego echarle tierra por encima", desvelan. "En aquel entonces no había mucho trabajo y decidimos anotarnos de extras para ganar unas pesetas", subrayan. El sueldo no era malo y Antonio Quintela recuerda que recibió 4.000 pesetas por cada día. "Aquello era mucho dinero para mí en aquella época, casi me creía el rey del mundo", explica.

"Los gozos y las sombras" fue una adaptación del productor Jesús Navascués, que le compró los derechos a Torrente Ballester. El escritor participó activamente en la elaboración del guión, elección de localizaciones y de reparto... No era extraño verle durante los rodajes hablar con los actores principales o el director para expresar su opinión y sugerencias. "Yo no me acuerdo de verle, pero él venía mucho al restaurante a comer con uno de sus amigos de Bueu", indica Antonio Quintela.

La carrera en el mundo de la interpretación de todos extras de Bueu no tuvo más recorrido ni ellos lo pretendían y recuerdan aquel rodaje como una experiencia agradable. "Cuando reponen la serie aún hay quien llama a casa para decir que me vieron en la tele", cuenta uno de ellos. Todos, o casi todos, guardan con cariño la colección que atestigua su breve pero intenso paso por el mundo del cine. "Bueno, yo realmente no vi la serie hasta hace unas semanas y por que me la dejó Antonio en DVD", confiesa Manuel Regueira Estévez.