El monte de A Torre, en la parroquia moañesa de Meira, se queda sin la silla gigante que la semana pasada dio la vuelta por toda España y que ayer recibió la visita de cientos, quizás más de un millar de personas, en una romería para pedir que continúe. La intención de sus autores, los artistas locales Xulio Lago y Roberto Brañas, contando de nuevo con la colaboración de su amigo Ramón Resille para fotografiar el proceso, era retirar la silla esta madrugada pero seguir manteniéndola a la vista del pueblo, en un sitio sin desvelar y a la espera de que desde el Concello se adopten las decisiones políticas que han echado en falta hasta ahora.

La retiran, dicen, preocupados por la denuncia de un grupo ecologista ante Patrimonio ya que la silla se encuentra en el yacimiento de una torre defensiva del siglo XV y para evitar multas con Patrimonio. Afirman que siempre actuaron desde el respeto al patrimonio, incluso instalaron la silla para ensalzar un lugar privilegiado del paisaje de Moaña que muchos no conocían, incluso que allí existió una torre. De de todas formas, seguirán peleando porque la instalación continúe, desde la legalidad de otro sitio y en espera de decisiones porque "el pueblo quiere la silla", aunque reconocen que no se han sentido apoyados desde el Concello "¿Dónde está el concejal de Cultura, Diego Riobó?", preguntan. Ni él ni nadie del Concello se puso en contacto con ellos durante todos estos días.

Xulio Lago y Roberto Brañas retirarán su silla con la emoción por todo el apoyo recibido de un pueblo al que quieren agradecer el gesto. "Lo de hoy –por ayer– fue bonito. Necesito llorar" decía Xulio Lago, en compañía de Brañas. Lo cierto es que ayer pasaron por la silla cientos de personas, de todas las edades y de todos los rincones, convocados por la romería popular por el último día de la silla organizada por los autores y que contó con gaiteros y música de violines.

Sonia, de Vigo, que acudió con un grupo de 30 personas, asegura que "la silla debería continuar. Estamos viendo algo que nunca antes habíamos visto. Me parece una pasada y se aprovechó un sitio impresionante". De la denuncia ecologista dice que "hay cosas peores que la silla, que no hace daño, como una antena aquí al lado, los bancos rotos o la basura. La silla no hace daño". Jonathan, de Moaña, subió ayer por vez primera, y dice que la silla "hace todo lo contrario a daño, no hace mal a nadie". La romería popular para el último día de la silla fue, según los autores, "una emanación de sentimientos positivos, todos riéndose, alegres..." refiriéndose a la gente que acudió. No faltó quienes les llegaron a decir que si Patrimonio la retiraba tocarían las campanas para subir todos.