Sigue el misterio en torno a la silla gigante que fue instalada de madrugada y desde el anonimato en el monte de A Torre, en Meira. Los vecinos del lugar reconocen que sobre las dos de la madrugada del sábado sintieron ruido y cuando se levantaron ya vieron la silla, de más cuatro metros,coronando el promontorio que allá por el medievo cobijaba una torre de vigilancia. En torno a la silla ha surgido un movimiento de defensa para la conservación de esta intervención que los artistas locales apoyan como algo "impresionante" que hace "peregrinar" a cientos de personas.

El autor de la silla gigante situada en el monte de A Torre o de O Castillo, en la parroquia moañesa de Meira, continúa sin aparecer, y las elucubraciones sobre su identidad y la finalidad de esta acción crecen como hongos por todo el municipio. Si el autor, que muchos definen claramente como artista, quería llamar la atención lo consiguió, y el misterio de su identidad atrae a decenas de curiosos que desde el sábado acuden a la zona para ver la obra, "vienen hasta familias enteras con los niños", dicen los vecinos".

Una de las finalidades del arte es, o al menos debería ser, alegrar la vida de los que disfrutan de ese arte. Esto está plenamente conseguido, o al menos eso se desprende de una conversación con los vecinos del lugar de A Torre, las casas más cercanas a la estructura. "Levo 81 anos vivindo aquí e nunca se falou tanto de nós como agora", indica la vecina María Silva Martínez que esta mañana atendió a varias televisiones de ámbito estatal. Comparte con el resto de los vecinos su gusto por esta sorpresa, no en vano todos ellos piden que no se retire la silla. El alcalde, Xosé Manuel Millán, ya aseguró que, de momento, el Concello no tiene intención de retirarla, "ao final serviu para valorizar ese espacio".

"A min gústame como queda e me disgutaría que a quitasen. Iso si, deberían asegurala mellor para que non caia e dure o máximo posible", destaca otra de las vecinas que observa la enigmática estructura desde su ventana, Carmen Rosales Martínez. Como el resto de los residentes en el lugar de A Torre, asegura que la silla fue instalada la madrugada del viernes al sábado. "Tiveron que pasar por aquí ás 2.30 horas, porque os cans empezaron a ladrar. Cando saín de casa a primeira hora mirei para o onte e me atopei coa silla de repente", explica.

Para ella se trata de algún tipo de broma, "pero está moi ben feita, e fixo que dende o sábado viñese moita xente hasta aquí. O problema é que algún xa se subiu e algunha xente ata escribiu cousas enriba, e así non durará moito", lamenta. En uno de los corros de vecinas, otra de ellas aludía a la "orixinalidade" que tuvo el autor, aunque añadió que el material "non parece ser moi resistente".

La sonrisa en la cara es lo que caracteriza a los vecinos de este lugar cuando hablan del tema central en casi todas las conversaciones de estos días. "Ninguén sabe nada, nin a xunta de montes nin o Concello, pero a min gústame moito. Non creo que sexa unha simple broma porque debeu ser bastante complicado colocar ahí esa estructura. Seguro que participaron varias persoas", dice María Silva Martínez. Su hija, María Silva, no lo tiene tan claro y habla de que seguramente los autores sean "varios chavales que o fixeron por diversión". Destaca el éxito que la pieza está teniendo entre los moañeses, que ayer por la tarda continuaban peregrinando al monte de O Castillo.

Las vecinas Fita del Río y Pilar Abal no se resistieron a subir para ver de cerca la estructura, pese a que la observan perfectamente desde sus casas. También defienden la idea y valoran el ingenio de su enigmático autor o autores. Eso sí, Fita del Río tiene claro que no se puede definir como una pieza artística. "Son catro táboas dun palé", dice entre risas, "pero a ida é boa", reconoce.

Las dos vecinas valoran, en la parte positiva, que el monte en el que de pequeñas hacían las hogueras de la Noche de San Juan se vuelva a convertir en el centro de atención de los moañeses.

Desde la Xunta de Montes en Man Común su presidente, Luis Lemos, aseguró ayer que continúan sin saber nada de la posible autoría de la silla. "É un misterio, pero me parece unha boa idea porque invita a disfrutar das vistas sobre a ría". Lemos recuerda la importancia de este monte en donde están los restos de una antigua torre del siglo XV.

El colectivo de artistas de Moaña valora muy positivamente la aparición de la enigmática silla, aunque ninguno de los consultados asume su autoría. En la Facultad de Bellas Artes, el secretario del decano tampoco tiene constancia de que fuera obra de algún alumno. Muchos de los artistas locales destacan la historia que tiene este lugar. Es el caso de Nel Piñeiro que asegura que el "artista invisible" se fijó en un monte "mítico. Para él es una idea extraordinaria y lo que le sugiere esta silla "es lo que pueda haber debajo".

En el monte todavía son visibles los restos de esta antigua muralla que fue sometida, a una intervención arqueológica en 2008 con motivo de un tratamiento silvícola de la Comunidad de Montes, que limpió la zona y taló los eucaliptos existentes. Según el estudio, la Torre de Meira era una edificación medieval de vigilancia, asentada sobre un afloramiento granítico que forma un pequeño promontorio. El yacimiento fue excavado en 1976 y se documentó la existencia de un recinto principal (torre) de fuerte sistema constructivo, con paredes de más de un metro de ancho y rodeadas de dos hileras de grandes sillares y un patio de armas, protegido por una gran muralla que se abre por el oeste, para dejar paso a la rampa de acceso. Dentro del patio de armas habría edificaciones adosadas.

La torre ocupaba una posición hegemónica, como ahora la silla, desde donde se domina Moaña y la ría de Vigo. Su acceso también era difícil. El yacimiento, que la comunidad de montes explica en paneles que colocó en su día sobre el terreno, se compone de un recinto amurallado, que acoge la torre y diversas edificaciones, defendidas por la muralla y al suroeste estaría localizada una pequeña terraza. De la muralla sólo queda su aparejo. En la excavación de los años 70 se dejó constancia de que "se liberó la espesa capa de escombros hasta dejar limpia la muralla, formada por cinco líneas paralelas de aparejo grueso, con un relleno interior a base de cascotes trabados con barro lo que le confiere indudable resistencia. Su espesor alcanza los 305 cm". la muralla tendrái una longitud aproximada de 50 metros y una altura de 5. La estructura está afectada por la construcción de un canal divisorio de fincas. También se localizó un foso defensivo junto a la muralla con una longitud de 42 metros y un ancho de 8-10 metros.

La Comunidad de Montes de Meira siempre ha reivindicado la puesta en valor de esta torre defensiva.