La mejor forma de disfrutar de un museo es vivir la experiencia en primera persona. Precisamente con esta misión nació la iniciativa enmarcada dentro de las actividades del Museo Massó, en la que se realizan excursiones por la ría para mostrar a grupos de doce personas el encanto marinero de Bueu. Para ello, el museo dispone de los servicios de "Chasula", un buque que abandonó su alma marinera para convertirse en una embarcación con fines turísticos. Tras su renovada apariencia, este barco guarda grandes hazañas en los mares de A Costa da Morte.

Esta particular ruta comienza con una breve explicación dentro de las instalaciones del museo marinero y continúa con una visita marítima de dos horas de duración. Isidro y Trepa son el patrón y el marinero del "Chasula" y se encargan de explicar las artes marineras a su particular tripulación de grumetes. Ayer fue la primera vez que el barco de madera partió del muelle de Bueu con doce excursionistas a bordo. Durante la ruta, Trepa fue el encargado de mostrar a los más curiosos sus trucos en la pesca de la sardina, la utilidad de una carta náutica y recordó las travesías marineras que en su día realizó el "Chasula".

Los visitantes pudieron acceder a todas las instalaciones de la nave, que han sido modificadas para ofrecer más comodidad a los turistas. El encargado de la restauración del "Chasula" fue su actual dueño y patrón, Isidro, que no dudó en dejar que los más jóvenes tomaran el timón y manejasen el buque mientras los demás contemplaban los encantos naturales de la zona.

Para conocer en primera persona cómo se trabaja en las bateas, el patrón dirigió la embarcación al lado de un bateeiro para poder explicar de forma directa cómo se desarrolla la cría y recolección del mejillón. La mayor parte de los tripulantes desconocía las prácticas de la pesca, pero se sirvieron de las lecciones de los guías y de algunos consejos que dieron otros compañeros de ruta más experimentados.

Tras volver a tierra, toda la tripulación del "Chasula" se mostró muy satisfecha con la experiencia. Los doce grumetes agradecieron sus servicios a la tripulación del que en su día fue un buque de pesca. Todos recalcaron que la visita era muy didáctica y entretenida y esperan volver a formar parte de la aventura marinera en los próximos veranos.