El trabajo realizado por Iván Sestay ha sacado a la luz la realidad de que Cangas es el municipio gallego que cuenta con más topónimos. “É un concello moi rico, está moi humanizado e conta cunha paisaxe moi variada”, explica Sestay refiriéndose a las causas por las que el ayuntamiento posee esa variedad de nombres de lugares, tanto referidos a entidades de población como a otras realidades geográficas como tierras, fuentes, riachuelos, cruceiros, arenales... En el trabajo, que le llevó más de un año, no sólo descubrió los 6.718 topónimos, sino que averiguó que la densidad toponímica canguesa es de unos 180 por kilómetro cuadrado, mientras que la media gallega es de sólo 40.

No es la primera vez que este filólogo realiza estudios toponímicos de esta envergadura. Ha realizado trabajos similares en lugares como Moaña y Coia. “Cando vin que dende o Proxecto Toponimia de Galicia (PTG) buscaban xente para Cangas, non o dubidei”, relata. El proyecto, realizado con la colaboración de PTG, la Xunta y Sistema de Información Territorial de Galicia (SITG), pone de relevancia el valor de los topónimos como patrimonio.

Recogiendo patrimonio

El trabajo de Sestay es muy “vocacional”, como demuestra el hecho de que lo empezara a la edad de sólo ocho años. “Eu son de Aldán, e dende ben pequeno ía tomando notas nunha libretiña dos nomes do sitios. Daquela fíxenlle unha entrevista á miña avoa, que sabía moito dos topónimos. Cando comecei coa PTG xa tiña o traballo bastante avanzado”, bromea.

Sestay comenzó su estudio por la parroquia de Aldán y dejó la de O Hío para el final. “É de por si tan grande como o resto das parroquias xuntas, así que ahí foi onde atopei a maior cantidade de topónimos”, dilucida. También explica que la procedencia de los topónimos varía mucho y que, por ejemplo, la playa de Barra se llama así porque hace muchos años era una “barra de area” que separaba el mar en dos partes. Con el paso del tiempo, la zona posterior se fue llenando de arena, por lo que a día de hoy sólo queda una pequeña laguna en uno de los lados. En este proceso se formaron las dunas de la playa respondiendo, curiosamente, a un nombre diferente cada una de ellas: A Barronca do Guincho, a dos Ballotes, a do Medio Coto, etc. “O sistema dunar de Barra coñécese como O Barroncón de Barra que significa “a gran duna”.

La zona de Donón fue uno de los lugares en los que pudo recoger más topónimos. “Ata os anos 70 non contaron cunha estrada en condicións, polo que o feito de que estiveran illados condicionounos moito”, dice. Así, la costa de Cabo Home está dividida en pequeñas parcelas y, a pesar de encontrarse sumergida, cada una posee un nombre diferente: O Mar das Osas, de Airiños, de Cortiñancha, etc. Relata como curiosidad que los nativos de Donón no conocían Cabo Home por ese nombre, sino que lo denominaban O Cabañón.

Topónimos cangueses como Nerga, O Hío, Menduíña, Darbo, Pinténs o Liméns son prerromanos y cuentan con más de 2.000 años de historia. En la comarca también podemos encontrar nombres que llevan vigentes desde la época sueva, usándose desde hace más de un milenio, como Armenxil de Aldán, el propio nombre de la parroquia de Aldán, Francón o Romarigo.

Así, hay pocas personas que recuerden viejos nombres como Os Varadouros, en la playa del Señal, o A Penasqueira, entre la calle Real y la calle San Xosé. Cerca de la avenida de Vigo también se pudieron registrar denominaciones como As Cuncheiras, Monterrei y Malatos.