Esa misma característica fue destacada por la alcaldesa, Clara Millán, que conoció por la mañana en el Concello la noticia del fallecimiento, y la confirmó luego al leer la esquela en la prensa. "Foi pioneira á hora de decidir con liberdade o que quería ser, abriu camiños e levou ese principio ata o final", valoró". "Siempre tuvo un carácter fuerte, pero hay que destacar su determinación para seguir adelante a pesar de los dimes y diretes por ser como era", añadió un trabajador municipal .

Otros vecinos recordaban su pasado al frente de un quiosco que atendía junto a una hermana en la calle Eugenio Sequeiros, entre la Casa da Bola y la plaza de abastos, así como una etapa como vendedora de rosquillas en acontecimientos sociales. Asimismo, entre la actividad pública también rememoraron su participación en la murga "Os diplomáticos", donde comenzó a expresarse como mujer en la vestimenta y el maquillaje, así como su intervención, en la década de los años 90, en algunos debates sobre su condición femenina, entre los que inciden en un programa de sobremesa presentado por Ana Kiro en Televisión de Galicia.

Sus allegados hacen memoria, asimismo, sobre algunas anécdotas que ella le refirió, como los problemas para utilizar los lavabos en una conocida discoteca a la que acudía los fines de semana, ya que existían recelos para que entrase en el de los hombres y también en el de las mujeres. También fue sonada su renuncia a continuar en una de las cofradías de la Semana Santa de Cangas, con la que colaboraba religiosamente, al negarse sus responsables a inscribirla como Sonia, en lugar del que le pusieron en la pila bautismal. Aún así, su presencia en las manifestaciones religiosas se mantuvo hasta que la salud se lo permitió.

La pasión por los animales es otra de las facetas por las que se le recuerda, ya que en su pequeña vivienda del céntrico Paseo de Castelao se refugiaban varios perros, así como gatos y pájaros, lo que le acarreó algunos disgustos con vecinos y autoridades. Con sus canes era habitual encontrarla paseando por el casco urbano, donde no todas las personas respetaban su condición. En los últimos tiempos había dado un nuevo paso hacia adelante y se hacía llamar Penélope. Ayer se despidió con la discreción con que no la dejaron vivir.