Unir fragmentos de tela de diferentes colores para crear una especie de popurrí textil con formas y dibujos diversos. Así podría definirse para un neófito el patchwork, una actividad que ha entrado con inusitada fuerza en el mundo de las manualidades y que ahora se está haciendo con un hueco importante en Galicia. Prueba de ello es el nacimiento de la Asociación Galega de Patchwork Centón, fruto de la iniciativa de varias mujeres moañesas fans de esta disciplina.

El colectivo, que ha visto la luz apenas hace mes y medio, cuenta ya con entre 70 y 80 socias, y busca expandirse por todos los confines de la geografía autonómica. La idea de crear la nueva asociación, que preside Rosa García, surgió de la excesiva dependencia con respecto a la Asociación Española, con sede en Cataluña. "Pata todo teníamos que depender de ella. Y cuando organizamos el Día da Amizade en Baiona, con una gran exposición, la verdad es que nos sentimos un poco solas", apunta María Mercedes Paredes , secretaria del colectivo. La masiva asistencia a este evento –"El día de la inauguración nos desbordó. Apenas se podía entrar. Llegaron incluso autobuses del Bierzo", aclara Paredes– fue el empujón definitivo.

Estar en contacto con otras aficionadas, realizar exposiciones, compartir experiencias... son algunos de los objetivos de una asociación que ofrece ventajas a sus socias como información prioritaria sobre eventos y novedades, descuentos en establecimientos asociados o participación en excursiones para reuniones, cursos y ferias. Todo por una cuota anual de 20 euros. "Es una afición cara pero que arrastra mucha gente", sentencia la secretaria de Centón.