La ría ya ha recibido a uno de sus visitantes incondicionales, el turista marítimo más ilustre, que no puede ser otro que el delfín Gaspar. Un cetáceo juguetón y altamente sincronizado con la actividad humana que recorre cada verano la costa gallega, desde Valdoviño (A Coruña) hasta más abajo del litoral morracense. Desde que fue avistado el sábado 15 en Vigo, lleva recorriendo la ría de puerto en puerto, con paradas en Cíes y Cangas. El mamífero, al que se le atribuye una edad de unos 25 años (en el equivalente humano sería ya un cincuentón), reapareció el jueves en la zona del Club Náutico y en el puerto de Cangas hasta el anochecer. Gaspar, un solitario de los mares, es un ejemplar repleto de curiosidades que trae de cabeza a la asociación Gremmar–Dolphins Rescue, cuyo estudio ha dado como resultado más de 600 páginas sobre este peculiar cetáceo, al que llevan analizando más de dos años.

Parte de las excentricidades de este animal versan sobre su peculiar socialización y su desarrollada "inteligencia". Aseguran quienes lo siguen de cerca que es capaz de coger cabos y "hacer nudos en el eje de las hélices", así como "enrollarlos y desenrollarlos". Desde que apareció en aguas del Canal de La Mancha, los biólogos franceses percibieron las singularidades de este animal. Antonio Folgar, uno de los integrantes de Gremmar, señala que las investigaciones de su asociación indican que ha sido un animal entrenado, probablemente en los Estado Unidos. En cualquier caso, Gaspar (bautizado así porque se detectó en Ribeira, el 5 de enero de 2007) empatiza muy bien con el género humano y tiene una particular obsesión por seguir a embarcaciones, especialmente, las impulsadas a chorro, como las motos acuáticas. El recorrido que suele seguir comienza desde Valdoviño y continúa por Cedeira, Ortigueira, Mañón, Vivero, Cobas, Esteiro, San Ciprián, Foz, Ribadeo, la ría de Ferrol, Betanzos, A Coruña, Corme y Laxe, entre otros.

Pese al aspecto dócil y travieso de este nómada acuático, mide unos tres metros y medio, y pesa casi media tonelada. Desde la asociación Gremmar, recomiendan disfrutar de su compañía pero con precaución, porque cualquier gesto de "cariño" por parte del mamífero, puede ser excesivo para los humanos. "Que lo vean y disfruten porque no le va a hacer nada en la embarcación, pero que no actúen sobre él ni se tiren al agua", recomienda Antonio Folgar.

Falsos mitos

Los representantes del colectivo Gremmar, recuerdan que la mitificación cinematográfica, en este caso a través del enternecedor "Flipper" lleva a muchos engaños en torno a los delfines. "Su sonrisa perenne", explican, no se debe a que estén contentos, ya que es "su cara" y, por tanto, la expresión natural que poseen. "Puede estar enfadadísimo y seguir pareciendo sonriente", bromea Antonio Folgar, de la asociación de rescate. Además, en cuanto a las dotes circenses y saltarinas de estos cetáceos añade que "no saltan de alegría". Según los expertos, el 90 % de las veces brincan por actos de socialización, entre los que se incluyen "dar información, comunicarse o, incluso, pelearse", explica Folgar.