Cuatro jóvenes moañeses, alumnos del Instituto As Barxas, acaban quedar en segunda posición en el XI Premio Luis Freire de Investigación Científica para Escolares, que organizan los museos científicos de la ciudad de A Coruña. Se trata de Ángel Lago Souto, Brais Rúa Estévez , Alejandro Solla Landesa y David Rodríguez Rodal. Todos tienen entre 15 y 16 años, y demuestran una pasión por la ciencia impropia para unos chicos de su edad, lo que les valió este reconocimiento en un premio al que se presentaron 40 equipos de trabajo de toda Galicia.

El trabajo con el que ganaron recibe el curioso nombre de "Cal é a temperatura a que cantan os grilos?" y que consistió en comprobar si son verdad los estudios que aseguran que el canto de los grillos es un indicador infalible para la temperatura. Su investigación estuvo dirigida por el profesor de Física y Química José Luis Fernández Rodrigo, quien reconoce que, "No podemos pedirles a alumnos de 3º y 4º de la ESO que extraigan conclusiones nuevas para la ciencia, pero sí es bueno que se encuentren con problemas y que los aprendan a resolver solos".

Precisamente problemas fue lo que más se encontraron los alumnos para lograr contar el número de veces que canta un grillo –sonido que hacen al frotar las alas– a diferentes temperaturas. El primero fue como encontrar grillos en diciembre, que es cuando comenzaron las investigaciones. Optaron por comprarlos en una tienda de mascotas, pues "allí los venden para darles de comer a los reptiles", aclara Brais Rúa. Pero los ejemplares comprados cantaban poco. "Cuando llegó el mes de abril ya pudimos coger varios en una finca, y esos cantaban mejor", dice Ángel Lago.

El siguiente paso era encontrar el mejor sistema para contar las veces que los grillos, conservados en una caja, frotaban sus alas. "No éramos capaces de contar de forma tan rápida", asegura el propio Brais. Tras comprobar que ni las grabadoras ni los teléfonos móviles captaban la frecuencia de ese sonido utilizaron los únicos sistemas que les permitían captarlo: un ordenador portátil con un micrófono y una cámara de vídeo. Además, los jóvenes científicos tuvieron que cambiar tres veces de ubicación, pues el laboratorio era demasiado frío y en la segunda sala en la que realizaban las investigaciones se escuchaban demasiados ruidos del exterior. Una vez que lograron un lugar adecuado, comenzaron las mediciones, que dieron unos resultados reveladores.

"Los datos recogidos demuestran que la temperatura a la que empiezan a cantar los grillos es a partir de los 15 grados centígrados", expone Alejandro Solla. "Las conclusiones que extraemos es que a mayor temperatura más cantan lo grillos. Pero una vez que la temperatura supera los 36ºC disminuyen los cantos por minuto. Con 40ºC ya casi no cantan", asegura Ángel Lago.

Los alumnos, que expusieron la investigación en el Domus de A Coruña aseguran que tienen pensado volver a presentarse el próximo año. Si en esta edición recibieron un Ipod para cada uno y una suscripción a la revista Muy Interesante para el centro educativo, en 2010 esperan conseguir el viaje a la Ribera del Duero que se llevan los ganadores. Lo más curioso es que los jóvenes aseguran que non son alumnos excesivamente buenos y alguno incluso ha repetido curso, "aunque es cierto que las asignaturas de ciencias son las que mejor se nos dan", aclaran.