A pesar de los recursos naturales de Mauritania, en los dos últimos años ha disminuido en más del 80% el turismo estacional que generalmente llegaba en vuelos charter desde Francia, lo que está provocando una gran crisis económica en sectores fundamentales para la economía de estos pueblos. Estas potenciales rutas serán promocionadas a través de touroperadores, página web, folletos, etc, especialmente en Canarias, dada la proximidad geográfica, a poco más de una hora de vuelo, y que reciben más de 10 millones de turistas durante el año.

La región de Adrar, también llamada “País de la Piedra”, es la segunda del país en extensión, y representa el corazón histórico de Mauritania, ya que alberga las ciudades históricas de Walata, Tichit, Chingüetti y Ouadane, centros culturales y religiosos que extendían su influencia a todo el Sáhara Occidental y tenían importancia económica, ya que formaban parte de la ruta de las caravanas que, desde Tombuctú se dirigían al norte de África, en un incesante comercio de especias, sal, marfil, oro tejidos y otros productos. El Adrar es famoso también por sus hermosos oasis, en los que se cosecha el 90% de los dátiles que produce el país. Región de paisajes espectaculares, casi lunares y de una gran austeridad, es rica en pinturas y gravados rupestres de antiguos cazadores y pastores, que nos muestran la diversidad de la gran fauna africana que habitaba en esta región.

Chingüetti

Saliendo de Atar en dirección a Chingüetti es necesario cruzar el impresionante paso (garganta) de Nounatil entre paredes verticales, y a través del cual se accede a la inmensa meseta del “dhar” de Chingüetti. No existen datos fiables acerca de la fundación de la ciudad. Algunos autores, basándose en la tradición oral hablan de su fundación en el 776 (160 de la Héguira), si bien habría tenido un período de decadencia antes de reaparecer entre 1262 (660 de la Héguira) y finales del siglo XIV. La primera confirmación escrita de su existencia se debe al explorador germano-portugués Valentín Fernándes a comienzos del siglo XVI. En la misma época, el portugués Duarte Pacheco Pereira también hace referencia a las pequeñas villas de Adrar, entre ellas Synguety (Chinguetti).

Chinguetti se encontraba en la ruta occidental que unía el sur marroquí con el Sudán, pasando por el Adrar y Tagant. Esta ruta era el principal acceso al oro y otros productos del Sudán. Otro factor de prosperidad fue su proximidad a las salinas de Idjil (cerca del actual Fdérik) que jugaban un papel esencial en la economía sahariano-sudanesa, puesto que la sal era la principal moneda de cambio con los productos sudaneses.

A partir del siglo XVI, si bien existe un ocaso de los imperios sudaneses, Chingüetti conoce una gran prosperidad debido al interés comercial de la región por parte de los europeos (esencialmente portugueses) y de los marroquíes. Las actividades caravaneras tienen su mayor auge en los siglos XVII y XVIII. Se intercambiaban productos del norte o locales; sal, trigo, papel, cobre, dátiles, etc., contra oro, marfil, plumas de avestruz y esclavos que provenían de Sudán.

El desarrollo del comercio atlántico y con África del Oeste, en los siglos XIX y XX, provocan el retroceso económico del Chigüetti, que será únicamente punto de paso de varias caravanas que van con sal de Idjil hacia el sur y este del país. Además de su importancia caravanera y comercial, la ciudad fue un centro religioso y cultural, a partir del cual el Islam y la cultua árabe-musulmana fueron difundidos en todo el Oeste africano. El Islam practicado en Mauritania es de rito sunita-malekita, y los sabios de Chingüetti tuvieron gran fama en todo el mundo musulmán. Aún hoy existen destacables bibliotecas de manuscritos que le dan notoriedad a la ciudad. El minarete de la vieja mezquita es el símbolo de Mauritania. Se estudiaba teología, poesía, filosofía y derecho según los ritos malekitas.

Además de las renombradas bibliotecas familiares y de la arquitectura tradicional de sus calles y mezquita, en Chingüetti quedan ejemplos de la arquitectura colonial como el puesto militar Claudel, construido en 1909. En el límite sur del pueblo se puede ver el magnífico cordón de dunas de Ouarane. Chingüetti está a 85 km. de Atar y a 95 de Ouadane, por la pista nueva.

A lo lejos, Ouadane parece con sus ruinas una ciudad fantasma, impresión que causó también a los primeros europeos que la visitaron. Según la tradición, la fundación de Ouadane se remonta a 1142 (536 de la Héguira). Ouadane tampoco es mencionada por los autores árabes de la Edad Media.

La primera mención formal de la ciudad la hacen los navegantes portugueses. En 1447 Joao Fernández habla de las “hogueras del infierno” de Ouadane. Otro cronista, el veneciano Alvise Cadanostro, al servicio del Infante de Portugal, señala en 1475 que Ouadane es “un centro de comercio de esclavos y de oro y que hay allí numerosos árabes”. Hacia finales del siglo XV, en 1487, los portugueses fundaron un depósito comercial ligado con Arguin, esperando desviar en su provecho el comercio caravanero transahariano. Estratégicamente situada, Ouadane fue un próspero polo económico entre los siglos XIV y XVIII. Por allí pasaba la sal de Idjil en dirección a Sudán, productos magrebíes con destino a Tichit y Oualata, y los productos de Sudán que remontaban hacia el Maghreb.

500 años prósperos

Ouadane conoció un período de gran prosperidad que duró más de 500 años. Según un viejo manuscrito que se conserva en la mezquita había otra vez más de 1.500 casas y en cada calle más de 40 sabios.

Debido al retroceso del comercio transahariano y también a las luchas intestinas, Ouadane pierde su importancia a finales del siglo XIX. Los franceses la ocupan en julio de 1909. De las casi 3.000 casas de la villa antigua, hoy apenas quedan habitadas algunas decenas. Ouadane significa en árabe “dos oasis”. La etimología popular es “confluencia de dos ríos”, el del saber y el de la riqueza.