“Enlazar el pasado con el presente”. Ésta es la idea que Laura Alberti plasmó en su proyecto de fin de carrera, basado en la creación de un museo centrado en la ballena. Estaría ubicado en lo que hoy es el campo de fútbol de Massó, en Cangas, y el objetivo de la joven, de 28 años y estudiante de Ingeniería de Montes, es que el edificio fuese un lugar donde poder conocer las diferentes especies de este enorme mamífero marino y la importancia de su conservación. Pero también que sirviese para recordar y reconstruir todo el pasado de la ballenera y el papel que jugó en la historia del municipio.

Innovador y con diseño novedoso, su proyecto no ha pasado desapercibido para el Colegio de Ingenieros de Montes de Galicia, que le ha otorgado el primer premio del certamen que organizan anualmente. Su propuesta se centra en la estructura del edificio, cuya forma recuerda al esqueleto del cetáceo o incluso al de una embarcación costera. Y es que, utilizando los conocimientos adquiridos en sus años como estudiante de ingeniería, Alberti ha conseguido diseñar una estructura de 45 metros de largo y 20 en la zona más ancha, que podría constituirse como el primer museo de Cangas dedicado al mar y a sus trabajos.

La joven se centró exclusivamente en el diseño de la estructura ya que es el campo que domina, pero completa el trabajo con un estudio de cómo podría organizarse todo el entorno del museo.

Madera de eucalipto

En cuanto a los materiales, propone la utilización de madera laminada de eucalipto, por ser “la más resistente y fácil de moldear”. Explica que es la más cara, pero asegura que a largo plazo es “mejor”. Según el proyecto de Alberti, el edificio sería de color madera, con un acabado “muy cálido”, y una cubierta de vidrio que diese luz al interior. Todo esto, según calculó la joven en el presupuesto que incluye su trabajo, supondría una inversión de 400.000 euros, sólo por la construcción de la estructura exterior.

Es sólo un proyecto de fin de carrera, pero Laura Alberti reconoce que le encantaría que se hiciese realidad y que Cangas pudiese inaugurar su primer museo. Lo ve “difícil” porque la actual redacción del Plan Xeral de Ordenación Municipal “ni si quiera deja la posibilidad”. Además, explica que los terrenos de la fábrica no son del ayuntamiento y para llevar a cabo su trabajo habría que derribar el actual campo de fútbol. La joven no pierde la esperanza y sueña con un bonito edificio y la rehabilitación de todo el entorno, por el que, tal y como afirma, “se podrían realizar visitas guiadas explicando el trabajo que se llevó a cabo durante más de 40 años en la ballenera”.

Un uso recogido en el antiguo plan urbanístico

A Laura Alberti le une mucho más que una simple propuesta a este museo. Su bisabuelo fue, durante muchos años, el responsable de la ballenera, y la joven recuerda las anécdotas que solía contarle su bisabuela cuando ella era tan solo una niña. Hay cientos de historias y aventuras que muestran cómo era el trabajo en la fábrica. “Los noruegos eran los dueños de los barcos y mi bisabuelo a menudo se los llevaba a casa de visita”, cuenta la joven. No olvida tampoco la presencia de un japonés: “parecer ser que era experto en el despiece del animal”, explica. Gracias estos recuerdos de su familia y documentos sobre el trabajo realizado en la fábrica, Alberti reconstruyó el pasado de lo que un día fue un importante centro ballenero. Pero es que además, explica que otra de las cuestiones en las que se apoyó para llevar a cabo el proyecto fue el antiguo plan urbanístico de Cangas, en el que se contemplaba, precisamente, la creación de un museo que abarcase la vida industrial de toda la zona de Massó. “En Bueu ya hay uno y Cangas podría seguir el ejemplo”, afirma.

Es consciente de que aunque se llegase a realizar una sala dedicada a la pesca y la industria conservera, puede que su propuesta no fuese aceptada. Sin embargo, reconoce que aún así estaría “orgullosa” por la larga historia que hay tras las ruinas de Massó, que dieron trabajo a cientos de personas de toda la comarca. Por ahora lo suyo sólo es un proyecto de fin de carrera. Pero nunca se sabe, a lo mejor, con el tiempo, se acaba haciendo realidad.