El domingo de Ramos abre una semana de pasión en el que el llanto de los fieles contrasta con la felicidad que reina cuando se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, donde tendrá que pasar las pruebas encomendadas por El Padre para redimir a los hombres.

E igual que en su día los habitantes de Jerusalén salieron a las afueras de la ciudad santa para saludar al que iba a ser el salvador, los habitantes de Cangas también se echaron a la calle para festejar este día. Las palmas van ganando adeptos, pero los ramos olivos aún siguen teniendo muchos más. El precio entre elegir una cosa y otra es definitivo para que prevalezca el verde de los olivos, que parecen surgir de la nada por este tiempo. Y es que no es tradición ver olivos por Galicia, por mucho que Vigo se denomine ciudad olívida. Los que hay llegaron de Andalucía después de que Europa decidiera que España tenía que desprenderse de unas cuentas hectáreas de olivares.

En los ramos y las palmeras los niños llevan caramelos y golosinas, costumbre muy típica de la procesión de este municipio, donde los más pequeños adquieren gran protagonismo. Es su ríto iniciático en una Semana Santa que se antoja cruel para los creyentes.

Moaña y Bueu vivieron también una jornada similar, pero no consiguieron congregar a tanta gente como en Cangas. En Moaña la bendición se llevó a cabo desde las inmediaciones de la plaza de abastos para, en procesión, trasladarse a la iglesia parroquial. La de Bueu partió de la capilla de San José para trasladarse después al templo parroquial. Las procesiones de Semana Santa en Cangas se retoman el miércoles con la de La Soledad, a las 21.00 horas, en la que participan mujeres. El Jueves es la Santa Cena y el Viernes las de San Pedro, a las 08.00; Santo Encuentro, a las 10.30 y Santo Entierro, a las 19.00. Detrás de todo esto está el trabajo de la Coordinadora de la Semana Santa de Cangas.