Juan Cadabón tiene 14 años y en poco menos de un mes cumplirá los 15. A los dos meses de nacer le diagnosticaron una ceguera casi total y a los 10, se convirtió en diabético. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, Juan es hoy un prodigio del piano con muchos proyectos de futuro. "Quiero ser informático y estudiaré la carrera en A Coruña", asegura el joven.

Hasta hace poco más de un mes debía pincharse insulina cuatro veces al día, tenía una dieta muy exhaustiva y estaba constantemente controlado. Debido a su enfermedad, la familia tuvo que aprender a pincharle el tratamiento, ya que él mismo no podía hacerlo, por lo que Juan siempre debía estar bajo la tutela de un adulto.

Hoy ha dado el primer paso para la libertad. Gracias a un pequeño aparato que lleva consigo las 24 horas, el joven es totalmente autónomo y autosuficiente a pesar de su ceguera. "Es como un móvil con cuatro botones, con los que programo la dosis basal que llevo todo el día", explica. El pequeño artilugio está conectado a un tubo, que a su vez se une a un catéter ubicado en su vientre. "Es muy fácil", asegura. Salomé, su madre, cuenta como cuando le vinieron a explicar el funcionamiento de la bomba, todos se quedaron sorprendidos. "Los técnicos del laboratorio vinieron preguntándose cómo explicarle a un niño ciego el sistema. Pero a las primeras de cambio Juan ya sabía todos los pasos que debía dar". Y es que el joven, a pesar de su ceguera, se maneja mejor que mucha gente con vista. "Lo entiende él mejor que yo", asegura su madre.

Juan Cadabón es la segunda persona de la provincia que utiliza este innovador sistema. "Es muy caro y para conseguirlo por la Seguridad Social debes ser un buen candidato y supongo que debido a su ceguera Juan lo era", explica Salomé.

El día a día

Una zona tranquila como es Vilanova, en O Hío, es el lugar escogido por los padres de Juan para criar a sus tres hijos. Desde allí se traslada cada día el joven haste el IES María Soliño, donde cursa el último año de la E.S.O.

Aunque padece una ceguera casi total que sólo le permite diferenciar los cambios de luz, Juan siempre ha asistido a las clases normales con sus compañeros. "De pequeño los profesores del colegio de O Hío aprendieron Braille y Juan pudo acudir al curso que le correspondía", explica Salomé. "Tengo mucho que agradecerles porque siempre se volcaron con él", añade.

Ahora se sube cada mañana al autobús y se encamina hacia el instituto. "Apenas uso el bastón", reconoce, "es un estorbo si conozco el sitio". Junto a sus amigos, disfruta de su adolescencia como cualquier otro joven y sueña ya con un futuro como informático. "Tengo un montón de programas con voz y me paso horas frente al ordenador".

Perfeccionista y exigente, Juan es un joven que puede presumir de curriculum. Un estudiante sobresaliente que a los cinco años comenzó a tocar en un pequeño organillo de juguete las canciones que oía por la radio. "En cuanto nos dimos cuenta de su habilidad lo metimos en clases particulares", declara la madre. Hoy está en el Conservatorio, en 4º curso de piano. "Creo que no se me da mal", reconoce tímidamente. Y es que a pesar de ser un apasionado de la informática, aptitudes no le faltan para tener un gran futuro como pianista.