Pasó una larga vida dedicada a trasladar a los muertos hasta su última morada, y, tras un largo retiro en la Avenida de Pontevedra, desde el jueves sus restos reposan en el depósito municipal... de vehículos. El coche fúnebre, un clásico moderno de color verde y con amplios ventanales acristalados, llevaba una amplia temporada estacionado en las cercanías de un hotel cangués, y a los vecinos no le daba buen fario, por lo que pidieron al concello que le buscara un destino más acorde. La Policía Local comprobó que la empresa titular, Ponfalén, ya no está operativa, y el coche carece de documentación y seguro. Así que le dio el final que se reserva para los indocumentados, y el coche fúnebre, curtido por el tiempo pero sin perder el porte, ha pasado a mejor vida.