La vida Ángel Durán Freire cambio radicalmente el 31 de diciembre de 2006. Aquel día, mientras trabajaba a bordo de un barco en el Gran Sol, sufrió un accidente laboral que le costó la amputación de su brazo derecho tras quedarle atrapado en una máquina de hielo. El marinero buenense fue evacuado a Inglaterra esa misma jornada y a partir de entonces empezó un largo vía crucis para poder recuperar cierta autonomía. Una de sus decisiones más importantes ha sido la de demandar judicialmente a la mutua de la empresa para la que trabajaba, Mutua Gallega, para que le costee la implantación de una prótesis mioeléctrica para poder volver a trabajar en tierra.

"Yo presente tres presupuestos distintos de otras tantas ortopedias de Pontevedra, Vigo y Cangas. Oscilaban entre los 57.000 y los 77.000 euros pero lo que hizo la mutua fue presentarme otro presupuesto valorado en 15.000 euros de una ortopedia en la que yo no había estado y avalado por un médico que no me había visto nunca", denuncia el vecino buenense. La diferencia económica se basa en el tipo de prótesis: "yo quiero una llamada mioeléctrica, que tiene unos sensores que captan la energía de los músculos y hacen funcionar los motores de la prótesis, con lo que sería completamente autónomo". Sin embargo, denuncia que la mutua "lo que me ofrece es una prótesis mecánica que me limita los movimientos de la mano puesto que siempre necesitaría utilizar la mano de mi brazo sano". Todo esto sin contar "con los anclajes y correas necesarias para llevarla puesta y que obligan al cuerpo a estar en constante tensión, provocando problemas en las cervicales y los hombros". Otra desventaja de la segunda es que "no hay forma de controlar la fuerza que realizas, con lo que si cojo un objeto blando, como un huevo, lo puedo romper o si le doy la mano a una persona podría hacerle daño", algo que no pasaría "con la que yo solicito".

Ante esta divergencia, el vecino buenense opto por presentar diversas reclamaciones ante la propia Mutua Gallega, el Sergas y el Instituto Social de la Marina (ISM). "El verano pasado me llamaron para ir A Coruña y el médico me dijo que seguía recomendando la mecánica. Dijo que la que yo pedía era muy pesada, que sólo había seis en España y que la iba a tener guardada en el armario", critica. Ángel Durán es consciente de que no todo el mundo es capaz de llevar o adaptarse a una prótesis como la que solicita por lo que se desplazó a Madrid a la sede central de la compañía que fabrica y distribuye estos aparatos en España, la casa alemana Otto Bock. "Me hicieron pruebas y determinaron que después de cuatro ó seis sesiones de entrenamiento sería capaz de utilizarla sin problemas", explica.

Este asunto se acabará dirimiendo en el Juzgado de lo Social de Vigo el próximo 20 de mayo. "Es todo por una cuestión monetaria. Yo tengo sentencias de otras comunidades, como Navarra, en la que la Justicia da la razón al paciente", asegura. Ángel Durán ya tiene reconocida por la Xunta de Galicia una discapacidad del 66% y antes de que se celebre el juicio conocerá también el dictamen del Tribunal Médico del Ministerio de Trabajo. "Me van a dar la incapacidad para el mar pero no para trabajar en tierra. Yo no quiero quedarme en casa sentado en el sofá cobrando una pensión. Tengo 39 años y dos hijos, lo que quiero es trabajar", reclama.

Un implante de tipo biónico llegaría a costar 240.000 euros

Las sentencias de otras comunidades que baraja Ángel Durán establecen que "las mutuas están obligadas a reparar el daño íntegro. Yo ya no les pido un implante biónico, que se activaría sólo con las ondas cerebrales, y que costaría 40 millones de las antiguas pesetas", explica. La prótesis mioléctrica que solicita el vecino buenense fue desarrollada por Otto Bock y por una mutua de Suiza. "·Lo que yo no entiendo es para qué se investiga si luego no te permiten beneficiarte de esos avances. ¿Para que quede bonito en la televisión?", se pregunta Ángel Durán. "Lo que están haciendo es alargar el proceso, lo que supone un abuso" y anima a otras personas en su misma situación a denunciar.

El brazo que perdió en el accidente era el derecho y Ángel Durán era diestro. "Voy a Pontevedra a una clínica para no perder la movilidad del hombro pero ni siquiera me dieron la terapia ocupacional para facilitar el cambio de dominancia, es decir, que aprendiese a valerme con la mano izquierda", lamenta. La vida y los retos cotidianos de cada día "te obligan a valerte como puedas pero aún así yo necesito ayuda para muchas cosas: no puedo vestirme sólo, no puedo comer un filete o un pescado sin ayuda...", enumera Ángel Duran.

El vecino buenense se muestra convencido de que con la prótesis mioeléctrica podría superar la mayoría de estas dificultades y volver a trabajar en tierra. "Sé que al mar no podría volver porque te hace falta una mano para trabajar y la otra para agarrarte. Pero estudie mecánica, algo de informática y en tierra sí podría trabajar", afirma.