La sesión plenaria que la corporación de Moaña celebró el lunes en el pabellón de Reibón fue, en sus inicios, lo más parecido a un acontecimiento deportivo de los que levantan pasiones. Y lo fue ya no sólo por el escenario, si no por la existencia de dos contendientes -el grupo municipal del PP y el gobierno local- ante un público dividido y que mayoritariamente apoyó a los populares. Vamos, que era como si los de Fervenza jugasen en casa.

Los primeros en pisar el terreno de juego fueron los miembros del bipartito en una entrada más bien discreta a la que un pequeño sector del público respondió con tímidos aplausos. En la zona de vestuarios, los ediles del PP parecían adoptar las formas de los futbolistas a punto de saltar al campo. El "capitán" José Fervenza daba el primer paso hacia el escenario de la contienda, del que emergía una intensa ovación.

A continuación se viviría un encuentro prácticamente inédito en las últimas semanas, el del alcalde y el portavoz del PP, que acordaban las reglas de la contienda en un aparte. Estuvieron de acuerdo. Primero las intervenciones de vecinos y al final las de los grupos políticos. Y comenzó el desfile de oradores.

Abrió fuego el presidente de la Asociación de Vecinos de As Pagonas. Antonio Pastoriza se llevó la palma en cuanto al tiempo invertido en exponer sus argumentos. 35 minutos estuvo hablando mucho de todo y poco del catastro en un discurso plagado de insultos y de salidas de tono, como la que dedicó a la presidenta de la Plataforma da Sanidade. Ello le valió al término de la sesión un severo reproche por parte de una compañera de la Asociación de Mulleres, colectivo que ayer hizo público también su enfado con el representante vecinal.

José Manuel Juncal, ex edil del PP, salió a la palestra en segundo lugar -la megafonía funcionó correctamente- para arremeter contra el BNG como en sus mejores tiempos de oposición. Y otro ex, el ex alcalde Sebastián Juncal se sumó al carro reivindicativo para defender a micrófono abierto las tesis del Partido Popular.

De las cuarenta peticiones de palabra sólo se hizo efectiva una veintena -¿miedo escénico, quizá?- lo que permitió llevar a término un pleno que en caso contrario hubiera tenido que desarrollarse en dos fases, ya que finalizó al filo de la medianoche. Uno tras otro, vecinos y vecinas partidarios de la Plataforma anti-catastro expusieron sus demandas animados por un público entregado -"Ahí, ahí, dale más", gritaban desde la grada- y censurados por la minoría pro BNG.

Fueron casi cuatro horas durante las que los 13 agentes de la Policía Local ayer de servicio -en número similar al que se da en los grandes eventos- aguantaron de pie y estoicamente el desarrollo de una sesión que fue tranquila y que apenas fue alterada por la rotura de una silla y por la marcha de los anti-catastro. ¿Pero no llevaban días clamando por las explicaciones del regidor municipal? Cuestión de estrategia.