Esta semana salió a la luz el último número de Lucensia, la revista de cultura e investigación de la Biblioteca del Seminario Diocesano de Lugo. Esta publicación, el número 56, comprende un amplio abanico de temas, sobre todo de la área de Lugo, como por ejemplo las pinturas de Santa Eulalia de Bóveda, la fortaleza de Sampaio de Narla o la escuela lucense de Fernando Casas. Sin embargo, sus páginas también recogen hechos y tesoros de Deza.

Las bodas de oro del colegio diocesano María Inmaculada de Silleda comparten espacio junto a los descubrimientos ocultos como son la cabeza del castro de Aboldrón, en San Xoán de Camba. El dezano Luís Fernando Pérez Méndez, licenciado en Historia, a través de su artículo publicado en esta revista, da a conocer una cabeza castreña encontrada, según la tradición oral, dentro del castro de Aboldrón. Este castro está situado en el fondo de una ladera de la Serra do Faro, a una altura de 760 metros.

Tal y como relata Pérez en este castro, además de esta cabeza, a lo largo de los años se fueron descubriendo innumerables utensilios, como pilas o molinos manuales. Algunos de ellos se encuentran en el Museo Manuel Lamazares.

Dentro de los innumerables objetos, el autor hace una especial mención a una cabeza antropomórfica, la que se puede apreciar en la fotografía. "No sabemos su ubicación funcional, podría estar empotrada en las paredes de alguna casa, expuesta en algún lugar, o mismo, con lo que parecen indicios de fragmentación, pudo formar parte de alguna escultura", indica Pérez en el texto, incidiendo en que es raro encontrar cabezas humanas directamento dentro de castros.

El autor cuenta que en los años 30 del siglo XX aparecen los primeros estudios de las mismas. Vázquez Seijas considera que son imágenes idolátricas, López Cuevillas alude a que las cabezas cortadas representan a individuos decapitados; Conde-Valdís incide en que son 'imágenes' o retratos de difuntos, como hacían los romanos, y Bouza introduce un nuevo concepto el de apotropaico, protector, tal y como comenta Arias.

Años después, Blanco rechaza la tesis de las cabezas cortadas e indica que son obras castreñas, inclinándose más por la posibilidad de que sean representaciones de dioses. Taboada retoma la idea de que son cabezas de trofeo, propio de los celtas, y divide toda la estatuaria castreña en céltica y romana de abolengo celta. Por su parte Blázquez y Aguilera comentan que en la mayoría de los casos, se correponden a un planteamiento positivista y simplista y no representan tales individuos ni aluden a la costubre celta de cortar la cabeza a lo enemigos.

La cabeza encontrada en Rodeiro es una cabeza exenta, masculina y en la que se aprecia una continuidad hacia el cuello sobre las que se observa unas grabaciones en relevo fragmentadas, que podría ser las de un torque. El conjunto tiene una altura de 19 centímetros y un diámetro en la parte alta de diez cientímetros. El rostro presenta un gran realismo y simplicidad. La cabeza, en su conjuno, muestra un efecto grato y de naturalidad.