Dicen que hasta de lo malo sale algo bueno. Y, a juzgar por lo que le ocurrió a José Solla Márquez hace ya 30 años, puede que sea cierto. Entonces, este vecino de Cerdedo-Cotobade natural de Carballedo se quedó en paro. El taller en el que había trabajado durante 14 años echó el cierre. Y entonces se vio abocado a trabajar en la lucha contra los incendios forestales. Empezó en 1988 con una carroceta de 1.500 litros, con el agente forestal Luis Novo Carballo con el que acostumbraba a jugar a las cartas. Estuvo con él de capataz y de conductor. Y así sentó las bases de lo que sería su vida de las tres siguientes décadas.

Trabajó en Cotobade y en el Distrito de Redondela hasta que en el año 2000 se creó el Servizo de Incendios. Pasaron entonces para el Distrito Forestal XIX Caldas-O Salnés hasta que después se vincularía al Distrito Forestal XVI Deza-Tabeirós-Montes, más próximo a su tierra. Obtuvo la plaza de conductor de motobomba de Cerdedo y ese ha sido su cometido durante los últimos años. Se prejubiló con 61 años y en los últimos ejercicios solo trabajaba ya de enero a marzo. Ahora le llega la hora de disfrutar plenamente de la jubilación. Pero nunca olvidará a los amigos que deja en el ámbito de la lucha contra el fuego.

No sabe cuántos fuegos han apagado juntos. Han sido tantos que ha perdido la cuenta. Conoce los montes de la zona y hasta los de otros territorios gallegos como la palma de su mano. No en vano ha prestado servicio en Tui, A Cañiza, Cotobade, A Lama, Cerdedo, Campo Lameiro, A Estrada, Moraña, Cuntis, Lalín, Rodeiro, Agolada... y otros muchos como Bande, O Barco de Valdeorras, el Ézaro, Verín, Gondomar... Allí donde le ha llevado la premura por cortarle el paso a las llamas.

Recuerda que "al principio no había horarios". Se pasó "muchas noches" luchando contra los incendios en jornadas maratonianas de 12 y hasta de 20 horas de trabajo ininterrumpido. Lo que el cuerpo aguantase. En esas difíciles circunstancias, el trabajo codo a codo une. "Nunca distinguí al peón del jefe ni le hice la pelota a nadie", asegura. Pero admite que tuvo la fortuna de trabajar con jefes de gran valía como, por ejemplo, el agente territorial deTabeirós-Montes, Gerardo Fernández. El invierno se lo pasaba también en el monte, con el tractor, desbrozando maleza, de manera preventiva. En todos estos años, subraya, ha trabajado codo a codo con agentes forestales, peones, Protección Civil, personal de Seaga y de Tragsa, objetores de conciencia, comunidades de montes y "nunca tuve problemas con nadie". Tal vez por eso ayer 65 de sus actuales y antiguos compañeros se sumaron a la comida de homenaje en su honor que acogió el restaurante Millenium de Soutelo de Montes.

Junto a él estaba su mujer, Lola Cachafeiro. A disfrutar de la vida con ella, con su suegra, con sus hijos (dos mujeres y un varón mecánico en Medio Rural) y sus 5 nietos se dedicará ahora. "Tengo un tractor en casa y una plantación de árboles frutales", explica. Serán su entretenimiento al igual que ir a ver jugar al fútbol a su nieto mayor o cuidar de los más pequeños. Al fin, tras décadas de trabajo, le toca descansar.