Dos meses y medio después, parte de la plantilla de Confecciones Guerral volvió a concentrarse frente a la tienda ubicada entre las calles Colón y Principal para reclamar que se le paguen los salarios. Ayer, la docena de ya exempleadas estuvieron acompañadas por Xabier Aboi y Antóm Merayo, del sindicato CIG. La protesta de ayer obedece "a la necesidad de aclarar la situación, porque las dos hermanas propietarias de la empresa dicen que no deben nada, cuando la documentación indica lo contrario", explica Aboi. El sindicalista señala que en los 3,8 millones de pasivo que calculó la administración concursal, se incluyen los 375.000 euros que se deben a Hacienda; 256.00 a la tesorería de la Seguridad Social o los 176.000 que se adeudan a los más de 30 empleados que tenía la firma en los últimos tiempos, y que todavía no han cobrado las nóminas de agosto a diciembre (incluida la extra de Navidad). Entre las deudas también figuran 341.000 euros al Igape; 155.000 a proveedores; 40.000 a los representantes a los que se les vendía material; 4.000 en recibos de telefonía; 8.000 a Augas de Galicia o 28.000 al ORAL, según los datos que maneja la CIG.

Aboi recalca que la firma textil "no pagó a nadie" y que las trabajadoras ya tramitaron el expediente preciso ante el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) para que la administración les abone la parte de deuda de la que puede hacerse cargo: 20 días por año trabajado hasta el tope de una anualidad. El representante sindical también recrimina a las dos socias mayoritarias de esta firma porque "van a montar una empresa encima de la tienda de la calle Colón". Meses atrás, la CIG ya insistió en que habían desaparecido muestras del almacén para, presuntamente, usarlas con nuevos potenciales clientes. Guerral no pudo librarse de la crisis que en años anteriores también tumbó otras firmas dezanas muy asentadas en el mercado textil, como Toypes, Montoto o Confecciones Alberto. Guerral llegó a tener tiendas en Santiago, Lugo y Pamplona.