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La escuela de Santo André de Vea pasa lista años después

Sorprendidos por la buena memoria de sus maestros, los exalumnos les agasajan y prometen volver a verse el año próximo

Ciertamente, han pasado unos cuantos años... Pero los exalumnos de la escuela de Santo André de Vea que el domingo se dieron cita en su I Xantar de confraternidad pudieron comprobar que ni el paso del tiempo ni las dificultades de la vida han cambiado su esencia. Han crecido. Hoy son hombres y mujeres que peinan canas y lucen alguna que otra bella arruga pero, sin embargo, los niños que un día fueron todavía afloran en sus miradas y sus sonrisas.

Tanto que hasta el maestro que les instruyó hace décadas, Eliseo Simal García, fue capaz de "pasar lista". Les reconoció y les llamó por su nombre y sus apellidos. "Por el hilo se llega al ovillo", indicaba ayer. A sus exalumnos les sorprendió su buena memoria y a él le regocijó reencontrarse con los niños a los que durante su etapa como maestro formaba e intentaba inculcarles su amor por el perfeccionismo.

Alguno de sus alumnos admitía ayer que "les traía con mano firme" pero que, aun así, guardan "buenos recuerdos de él". Por eso, le abrazaron "muy cariñosos". Incluso aquellos a los que ayer Eliseo recordaba ayer que les "andaba más encima" porque, aunque "eran como angelitos" no "les gustaba trabajar ni estudiar" y a él le preocupaba que eso pudiese hipotecar su futuro. Por eso, les privaba del recreo o salían más tarde para reforzar las materias en las que fallaban.

En la jornada del domingo, tuvieron tiempo para ponerse al día acerca de lo que han hecho en estos años y cómo les ha tratado la vida. Los antiguos compañeros de aulas y de juegos compartieron mesa y mantel entre ellos y con sus maestro Eliseo y Fina.

Simal consideró "muy satisfactorio" saber que los exalumnos de la escuela "están bien situados" y "tienen buenos puestos de trabajo". A él, sus exalumnos le sorprendieron regalándole un cuadro con cuatro fotos. A Fina, la maestra que se quedó en el centro cuando él se fue a trabajar al colegio de A Ramallosa, una figura de Sargadelos.

Pese a la lluvia y al intenso frío, la celebración -entre la comida y la posterior sobremesa, amenizada por un dúo musical- se prolongó más allá de las 19.00 horas. Ni el frío ni la lluvia les quitaron las ganas de estar juntos. Por eso, al despedirse quedaron de volver a reunirse el año próximo. Eso sí, previsiblemente en mayo para que la temperatura sea más suave. Hasta entonces, puede que alguno de ellos retome el contacto que habían perdido. Hasta Eliseo lo hará con un exalumno aficionado a los coches, como él, que el domingo le recordó que en su día le regaló una revista de coches de las que tanto le gustaban. Hoy restaura vehículos antiguos y le ha invitado a ir a verlos. Tener unos alumnos tan maravillosos, explica Eliseo, "es una lotería que me tocó". Por eso, si repiten el año próximo y desean que él se sume, estará "a su disposición".

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